jueves, 11 de abril de 2013

SEVILLA 10-04-13 NOVILLADA. PEZ - QUENINES.






"...Es que los animalitos no tenían el tamaño de una sardina; a boquerón llegaron los más, y algunos de ellos victorianos, que son de menor tamaño. Sabrosos seguros que estarán en la cazuela como los citados pequeñines, pero no son aptos para salir a este ruedo maestrante..."
Pez-queñines
Novillo de Juan Pedro Domecq
Caballero, Ritter, Góngora 
  • A la feria de Sevilla no se debe venir con una novillada tan chica


Por Antonio Lorca / El País
A la feria de Sevilla no se debe venir con una novillada tan chica. Eso está muy feo y es, además, una falta de respeto al que pasa por taquilla. Es que los animalitos no tenían el tamaño de una sardina; a boquerón llegaron los más, y algunos de ellos victorianos, que son de menor tamaño. Sabrosos seguros que estarán en la cazuela como los citados pequeñines, pero no son aptos para salir a este ruedo maestrante. No se explica, además, cómo novilleros punteros, con ganas de comerse el mundo, se atreven a anunciarse con semejantes caricaturas de toro. Bueno, sí; porque si sus mayores se matan por el toro chico -ahí esté el caso de las tres figuras del Domingo de Resurrección-, qué no van a hacer estos chavales. En fin, que el encierro fue una vergüenza. Pero hubo: los boqueroncitos estaban paliduchos, tullidos, sin hálito de fuerza, inválidos que se decía antes, y ya habrá que ir buscando un calificativo más contundente. Nobles sí que eran; tan bondadosos que parecen hechos de algodón. El problema es que estos animalitos no producen emoción, que es la base fundamental de este espectáculo; aburren en demasía, y por eso, que no por otra razón, los niños se van, huyen los turistas y los del lugar se quedan por respeto, que no por devoción.
Distinto fue el caso de sus compañeros de cartel. Gonzalo Caballero demostró conocimiento, técnica, facilidad con los engaños. Se le nota más que placeado. Así y todo fue volteado por su primero cuando toreaba por pedresinas y recibió una paliza de campeonato que le obligó a recibir cuidados en la enfermería. Ese novillo derrochó una noble sosería que apagó cualquier oportunidad de triunfo; y mala clase demostró el cuarto, con el que abrevió.Con este material más propio de un festejo sin caballos estuvo muy bien.
Lama de Góngora, un sevillano que tiene madera de torero artista, elegante donde los haya, con un fino sentido de la estética, la sensibilidad a flor de piel y con esa gracia tan del gusto de esta tierra. A sus dos novillos los esperó de rodillas ante la puerta de toriles, los capoteó con maneras muy toreras y algunos pasajes muleteriles tuvieron hondura, cadencia y ese embrujo propio de los que tienen un misterio que decir y están locos por decirlo. No mató bien y todo quedó deslucido. A los toros, aunque boquerones sean, hay que matarlos a la primera. Decepción, pues, entre la sevillanía andante.
No tuvo su tarde el colombiano Sebastián Ritter, que debutaba en la plaza. Le tocó el mejor novillo, el segundo, que no se cansó de embestir, y no dijo nada, lo cual es grave. Da medios pases, ahoga las embestidas y todo queda como muy embarullado y escasamente lucido. Y no pudo levantar el vuelo con el inválido quinto.
Sea como fuere, a Sevilla, que se enteren los toreros, hay que venir con toros: y, en casos como el de ayer, con novillos de verdad. ¡Ea…!
Reseña del festejo:

Domecq-Parladé/Caballero, Ritter, Góngora

Cuatro novillos de Juan Pedro Domecq, -el quinto como sobrero-, y dos, primero y sexto, de Parladé, muy chicos, inválidos y nobles;

Gonzalo Caballero: estocada baja (ovación); casi entera baja y tres descabellos (silencio).

Sebastián Ritter: bajonazo (silencio); cinco pinchazos, un descabello _aviso_ y cuatro descabellos (aviso).

Lama de Góngora: tres pinchazos y bajonazo descarado (ovación); pinchazo _aviso_ tres pinchazos y un descabello (ovación).

Plaza de la Maestranza. Primer festejo de feria. Casi tres cuartos de entrada.

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