jueves, 18 de abril de 2013

GUILLERMO ALBÁN: UN LICENCIADO EN LA BÚSQUEDA DEL ARTE EN LOS RUEDOS.






Albán, como se demuestra, ha sido una víctima más de la defenestración política en su país hacia la gran fiesta de los toros; allí, como aquí, unos políticos nefastos han segado de raíz lo que era, a no dudar, la feria más importante de América, la de Iñaquito en el corazón del mundo. 


Entrevista de Pla Ventura
Guillermo Albán, el célebre torero ecuatoriano es un viejo conocido nuestro; un amigo de España como diría Antonio Gala. Muchos años ya en la incesante búsqueda del arte por parte de Albán; un arte que lo quiere verter en los ruedos del mundo puesto que así lo manifiesta en todas y cada una de sus actuaciones. Se trata, a todo efecto, el torero más deslumbrante que ha dado Ecuador y las pruebas no son otras que sus gloriosos triunfos en su país.

Albán, como se demuestra, ha sido una víctima más de la defenestración política en su país hacia la gran fiesta de los toros; allí, como aquí, unos políticos nefastos han segado de raíz lo que era, a no dudar, la feria más importante de América, la de Iñaquito en el corazón del mundo. Quito era, como digo, la exposición anual donde Albán, compitiendo con las grandes figuras de España, les daba la réplica a todos; sus innumerables triunfos en la feria quiteña daban como medida, el resultado de todo lo que digo.

Siempre resulta placentero conversar con Guillermo Albán, un hombre ilustrado, sabedor de su verdad, responsable de sus acciones, amante del arte, enamorado de su profesión y, como él confesara, siempre al lado de los que pueden enseñarle, algo que hizo en su día el maestro Manolo Escudero que, como sabemos, le indujo el lance de la verónica como su estigma más bello en el toreo de capote. En la actualidad, Albán, ávido de ese saber del que digo y que él aspira, entrena a diario con el maestro Sánchez Puerto y, el resultado de sus lecciones junto a dicho maestro, lo veremos muy pronto en su próxima actuación en Riobamba, por tierras ecuatorianas.

Ahora somos nosotros los que tomamos lección de la humildad y honestidad de este hombre que, pletórico de ilusiones y aferrado a sus propias convicciones, sigue creyendo en el proyecto de su vida, escalar mucho más alto hasta donde ahora ha llegado.
 

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