CORRIDA EN LATACUNGA LLENA DE AGRADABLES SORPRESAS: SE CORTARON CINCO OREJAS
Por: Manolo Espinosa “El Ciclón”
ECUADOR
Volvió a anotarse un triunfo la empresa “Triana” –al menos eso fue lo que manifestó el respetable- en la corrida del sábado 6 en la plaza de toros “San Isidro Labrador” de la ciudad de Latacunga, en la que actuaron los toreros nacionales: cuatro de a pie y tres a caballo, con ganado de distintas divisas que dieron buen juego, excepto el primero que se apagó pronto, frustrando las aspiraciones del espada de turno. Corrida que se inicio con buen tiempo y que se registró algo más de media entrada de un público selecto.
Fue una tarde y noche entretenida en la que se vieron algunas cosas de mérito; otras voluntariosas y sobresalió una en especial, de gran tersura y desmayo que engolosinó al respetable que estuvo para disfrutar todo el tiempo. Se cortaron cinco orejas y se concedieron dos vueltas al ruedo, como premio a las labores ejecutadas por los diestros.
Abrió la tarde, el riobambeño Juan Pablo Díaz a un pupilo de “Cerro Viejo”, que salió alegre pero que se apagó pronto. Lo recibió con una larga cambiada que fue jaleada; siguió con verónicas y una media. El segundo tercio lo cubrió el propio torero encendiendo la plaza, y con la muleta se dobló con solvencia, para luego ejecutar el toreo fundamental consiguiendo a medias sus objetivos, pues el toro se aquerenció y pese a la porfía del diestro que lo intentó todo, el astado no respondió, por lo que tomó la espada y lo despachó, en todo caso estuvo por sobre el toro. Se premió con vuelta al ruedo al torero.
En segundo lugar actuó el torero local Diego Rivas, que lidió a un toro de “Rumiquincha”; colaborador absoluto por sus virtudes, lo que permitió al coleta realizar una faena que fue aprobada por el soberano. Muy bien con capa y muleta, lo que le valió para recibir las dos orejas, a pedido unánime de la concurrencia. Aplausos al toro
Se intercaló al rejoneador Enrique Cobo Montalvo, a quien le correspondió un astado de “Rumiquincha”, bueno para los de a pie y mal colaborador del centauro, porque toda la tarde se desentendió de lo que ocurría en la plaza, creando problemas al profesional que tuvo que pasar fatigas en su quehacer. No acertó con el rejón de muerte, pidiendo al sobresaliente de espadas despachar a su antagonista y que tampoco pudo consumar la suerte suprema, sonando los tres fatídicos recados. Aplausos al toro.
Siendo el cuarto toro de la tarde de la ganadería de “Triana” que correspondió a Martín Campuzano, del que surgió la grata sorpresa. No era el Campuzano que conocíamos, fue otra versión. Hoy más pausado, asentado, torero de plantas firmes, que había encontrado el punto de equilibrio del que nace la creación, porque vimos a un profesional disfrutando con lo que hacía mientras de su corazón fluía el sentimiento. Con capote una larga cambiada y un ramillete de bellas y suaves verónicas rematadas con una media preciosa. Igual en un quite variado que caló en el tendido. Con la muleta se dio tiempo hasta acoplarse y luego se destapo en el toreo fundamental utilizando lo menos el accesorio. Adornos muy quieto, redondeando la faena que hacía presumir sería de dos apéndices bien ganados, penosamente falló con la espada y todo quedó en vuelta al ruedo. Aplausos al toro.
El quinto de la tarde de “Rumiquincha” fue para Curro Rodríguez que lanceó a la verónica rematando con la de rigor. También coloco los palos siendo fuertemente aplaudido. En la faena de muleta empleó las dos manos y le hubiese resultado superior si se asentaba un poquito. Extrajo todo lo que pudo de su antagonista entrando a matar certeramente, recibiendo dos orejas como premio a su labor.
Vino el rejoneador Arturo de la Fuente en el sexto de la noche que muy poco pudo hacer con los hierros, debido a las condiciones de la res que no quería saber nada del caballo. Toro que pegaba arreones y en uno de ellos sorprendió al caballista, golpeando a la jaca y desprendiendo al rejoneador de la silla pasando un susto, ventajosamente fue solo el achuchón y nada más. Continuó para despachar a su enemigo utilizando el rejón de muerte que no hizo falta porque el astado dobló por si solo.
El último de la noche, el joven rejoneador Blasco Peñaherrera que fue otra sorpresa. Posee maneras y un gran control en las jacas, tiene afición y carácter. Sabe torear a caballo pese a su juventud: corta los viajes del toro, se hace quites, utiliza quiebros y a momentos emplea el temple muy bien. Por lo que vimos, creemos que estamos frente a una revelación del rejoneo, siempre y cuando continúe así. Su faena fue aceptable y fuertemente aplaudida al despachar a su antagonista de “Triana” en dos intentos. Cortó una oreja. Con esto, la empresa organizadora demostró que con el producto nacional se puede hacer fiesta.
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