Torero y toro, de Oscar Domínguez / Fundación telefónica
Por Álvaro R. del Moral
martes, 14 de febrero de 2012
Ruptura total.
La confección del cartel del Domingo de Resurrección en Sevilla -consumada la polémica ausencia de El Juli- podría haber sido la última chispa que se necesitaba para dinamitar la feble unión del planeta de los toros. Lo avanzaba Carlos Crivell en una movida tarde de Twitter que puso a algunos perros a comer carne de perro. Al grano: el compañero de la información taurina desvelaba que, según sus fuentes, los toreros aglutinados bajo la abrupta batuta de All Sports Media habían hecho llegar a la empresa Pagés su descontento por la inclusión del nombre de Daniel Luque en el lujoso cartel; se trata de un torero ajeno al comando G y amparado bajo el paraguas empresarial de Simón Casas y por ende, en el sistema que se quiere dinamitar. El joven matador de Gerena podría haber sido usado como aviso para navegantes y mascarón de proa de una ruptura que no traerá nada bueno para nadie. El follón estaba montado y también se conocía que, días atrás, se había celebrado una reunión de coletas en Madrid presidida por un Juli recién aterrizado después de protagonizar su particular alzamiento en la Monumental de México. El jaleo se completaba con la hipotética ruptura de negociaciones con la críptica Santa Compaña que rodea a José Tomás. Pero eso es otra historia que, a estas alturas, aburre al santo Job.
El pararrayos.
Las empresas han tomado a El Juli como percha de las guantadas de este embrollo. Pero, aunque cueste reconocerlo, el madrileño también se beneficiaba de un sistema cerrado del que sólo supo o pudo salirse -con todas las taras profesionales que le queramos poner- el controvertido José Tomás, que ha rentabilizado al máximo su vocación de verso suelto. Dentro de este escenario, al joven maestro de Velilla se le estaba respetando el altísimo caché de la figura que sí es en el ruedo. Pero eso es lo que no le están perdonando los empresarios y la pregunta del millón es dura de formular: ¿Tiene la misma fuerza en la taquilla? Su ausencia de los carteles de Sevilla es una injusticia flagrante, eso está claro. ¿Para él? por supuesto, pero sobre todo para el aficionado que es el principal damnificado de esta riña de patio que llega en el peor momento para el futuro próximo de la Fiesta. La altura de miras, a un lado y otro de la trinchera, ha quedado lejos.
Torre de Babel.
Lo que sí está más que clara es la pulverización de la quimérica unión de los estamentos de la Fiesta en un momento delicado que habría necesitado la comunión de empresas, hombres de luces y ganaderos. En el fondo, la desastrosa gestión de los derechos televisivos es la gota que ha colmado un vaso que llevaba mucho tiempo lleno. Los innegables éxitos del senado de la torería en terrenos como el traspaso de las competencias taurinas a Cultura les ha hecho venirse arriba para apuntar otros objetivos en su particular guerra relámpago. Pero a la cacareada Unión de Toreros, prolongada en ese G-10 pastoreado por All Sports Media y éste, a su vez, conformando un grupo dinamitado por intereses dispares se le suma una Unión de Criadores sumida en la crisis más grave de su centenaria historia y convertida en una jaula de grillos que arde en la hoguera de las vanidades. No hay que olvidar al gremio de plata, que anda calentando sus calderas. Ésas eran las bases de una Mesa del Toro que a estas alturas podemos dar por muerta y enterrada. Dudamos que nadie, más allá de cierto gerente defenestrado, eche de menos las bondades de un foro que no ha servido para nada.
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