"...ésta plaza fue inaugurada en dos ocasiones, la primera en 1917, en que alternaron dos toreros españoles; Francisco Bonar “Bonarillo” y un tal “Morenito”; y la segunda en 1920, en este año contó con la presencia de dos toreros de época y larga tradición, ya que fueron los fundadores de dos dinastías toreras, me refiero D. Manuel Mejías Rapela “Bienvenida”, ya apodado por esos tiempos como el Papa Negro y el onubense, D. José Rodríguez Báez “Litri”..."
APUNTES SOBRE LA HISTORIA TAURINA DE QUITO-ECUADOR (IV)
Por Jorge Guevara-Segarra
España
La tercera plaza oficial de la capital es la llamada Belmonte, a la que ya asistí en varias ocasiones siendo aun muy niño, acompañando al patriarca de la familia, mi Abuelo D. Timoleón Guevara, de quien guardo el más maravilloso recuerdo, ya que fue él quien me enseño entre otras cosas muy importantes en mi vida, la afición a ésta hermosa fiesta que son Los Toros.
Como una anécdota digna de mención, diremos que ésta plaza fue inaugurada en dos ocasiones, la primera en 1917, en que alternaron dos toreros españoles; Francisco Bonar “Bonarillo” y un tal “Morenito”; y la segunda en 1920, en este año contó con la presencia de dos toreros de época y larga tradición, ya que fueron los fundadores de dos dinastías toreras, me refiero D. Manuel Mejías Rapela “Bienvenida”, ya apodado por esos tiempos como el Papa Negro y el onubense, D. José Rodríguez Báez “Litri”. Otro torero digno de mención, es nada menos que uno de los grandes de la fiesta que en el año 1929 se presento en Quito, me refiero a Rafael Gómez “El Gallo”.
El gestor de ésta plaza, que una de las peculiaridades de la obra era que, los tendidos estaban cubiertos por un tejado a dos aguas. Fue el quiteño D. Abel Guarderas Murillo, propietario de un solar al pie de uno de los cerros que rodean a la capital, El Ichimbía, en el quiteñísimo barrio de San Blas y en la calle Antepara.
El nombre con que fue bautizada ésta plaza, no tiene nada que ver con el Pasmo de Triana, D. Juan Belmonte Campoy, si no que por esos años era un apodo bastante corriente entre los profesionales del toreo; lo llevaron, Vasco de Cámara, señorito portugués y los españoles Rafael Fernández y Luis Flores, o por un torero también apodado “Belmonte de Málaga”, que perdió la vida en ese coso, tras un desgraciado accidente.
La vida de esta plaza que contaba con un aforo de apenas 2.500 localidades, entre palcos de barrera y los dos tendidos, el de sol y el de sombra, fue larga comparada con las anteriores, ya que estuvo en pleno funcionamiento hasta bien entrados los años 50 del siglo anterior, compitiendo con el coso de la calle Vargas.
Años más tarde fue reconstruida por la municipalidad capitalina, pero ya no era aquella entrañable placita del barrio de San Blas. La plaza Belmonte fue una de las primeras en convertirse en lo que ahora modernamente se denominan “polivalentes”. ¿Por Qué?. Pues sencillamente que en ella a parte de darse festejos taurinos de toda índole, también servía para albergar a los circos que visitaban la ciudad, en sus arenas todos los años y en época de la festividad de Inocentes, es decir del 28 de diciembre hasta el 6 de enero, tenía lugar los bailes populares de disfraces, también como coliseo para combates de boxeo y encuentros de Baloncesto, así como campeonatos barriales de Vóley Vol.
La vista como empresario del señor Guarderas fue muy acertada, tanto como aficionado taurino como para organizar otro tipo de eventos que proporcionaran buenos réditos. Pero la historia continua, ya que por esos mismos tiempos surge en Quito un nuevo coso taurino. La plaza “Arenas”.
Este coso es el cuarto de nuestros apuntes. Dicha plaza estaba situada en la calle Vargas, junto al colegio La Salle; por obra y gracia de Don Reinaldo Flores Galindo, gran aficionado al arte de Cuchares y que no era quiteño de nacimiento ya que nació en la localidad de Cotacachi, (Provincia de Imbabura), aunque si residente en la capital desde su infancia.
Ésta nueva plaza también cubierta en sus tendidos hasta las andanadas, también con palcos de barrera y ya con un callejón al estilo de los cosos españoles, contaba con un aforo de poco más de 5.000 localidades. Con diversas dependencias, como los corrales para el apartado, manga desembarco, ocho chiqueros, una buena enfermería, patio de cuadrillas y lo más novedoso, un desolladero para el despiece de las reses, servicios sanitarios y hasta una Puerta Grande.
Quito ya podía estar orgullosa de contar con una plaza de mayor importancia y sobre todo porque era la única ciudad de Sudamérica que contaba con dos cosos taurinos y en el que se celebraban festejos taurinos a la limón en reñida competencia entre los dos empresarios, el Señor Guarderas y el Señor Flores.
La plaza Arenas se inauguró el día 12 de octubre de 1930, con la presencia de una de las más grandes figuras del toreo mexicano. Juan Silveti, “El Tigre de Guanajuato”, completó el cartel el diestro José Moreno “Morenito de Zaragoza, con toros criollos del hierro de “El Pedregal”, propiedad del famoso don Pachito Chiriboga Como es de suponer la fecha inaugural fue no sólo un éxito, si no el acontecimiento más importante del año, al que asistió el Presidente de la República, el Gobierno en pleno y el Alcalde y todos los Ediles de la ciudad.
Su vida operativa se prolongo durante tres décadas, hasta la llegada del año 1960 en que inaugura el coso de Iñaquito, en que desaparece definitivamente tan emblemático coliseo taurino. Por su arena y nunca mejor dicho, pasaron toreros de renombre universal, hubieron tardes o mañanas apoteósicas, que han quedado grabadas en las mentes de los aficionados de entonces, entre los que se encuentra quien escribe estas líneas; en ella cogí por primera vez y siendo aun muy niño, un capote y una muleta para torear de salón, gracias y nada menos de manos de Don Antonio Bienvenida en una mañana de entrenamiento.
Por éste entrañable coso, pasaron figuras del torero como: Los mexicanos. Silverio Pérez, Lorenzo Garza, Luis Castro “El Soldado”, Luis Procuna, David Liciaga y Chucho Solórzano. Los españoles que más huella dejaron: Juanita de la Cruz, Antonio y Ángel Luis Bienvenida, Lorenzo Pascual “Belmonteño”, Pepe Roger “Valencia III Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Cayetano Ordóñez, Victoriano Posada, Mario Carrión, Bartolomé Jiménez Torres, Enrique Vera o el famoso zamorano Félix Rodríguez “El Ronco” entre otros; no debemos olvidar al rejoneador madrileño Bernardino Landete, creador del famoso par al violín; entre los matadores ecuatorianos hay que destacar a Max Espinosa Marinero, Edgar Puente, Aníbal Vallejo “Maera de Quito” y César García. No podemos olvidar ni obviar un acontecimiento histórico en ésta plaza; la presentación de la incomparable rejoneadora Conchita Cintrón en los años 1947 y 48. La diosa Rubia del Toreo que enamoró a toda la afición quiteña y a más de uno nos hizo perder el sentido.
Otro de los acontecimientos y que pasaron a la historia de éste coso, fue aquella corrida benéfica organizada por la Junta Cívica el 18 de enero del año 1931, para auxiliar a los damnificados del desbordamiento del río Chanchán. En que el máximo triunfador del festejo fue el ecuatoriano Max Espinosa “Marinero”, por tal motivo se colocó una placa en la plaza en recuerdo de dicha hazaña, con la inscripción que decía “En ésta Plaza el torero Max Espinosa “Marinero”, mato recibiendo a su toro en la célebre corrida del Chanchán”.
Durante el invierno de los años 1958 y 1959, tuvieron lugar dos temporadas importantes, debido a la rivalidad de dos toreros ecuatorianos y quiteños, Como fueron Manolo Cadena Torres y Fernando Trasversari “El Pando”, que dividieron en dos bandos a los aficionados, Cadenistas y Panditas, durante esos años dieron tardes importantes que aun recuerdan los aficionados ya mayorcitos que aun vivimos.
En éste cosos también se dieron otros festejos dignos de mencionar y mu esperados por la afición capitalina, estos fueron: Las corridas de la Prensa, organizadas por La unión Nacional de Periodistas, en que se disputaba una oreja de oro, La del Benemérito Cuerpo de Bomberos, las de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE), las benéficas como las de la Cruz Roja, sobresaliendo aquella memorable del 1 de marzo de 1959 en que torearon mano a mano. Cayetano Ordóñez y su hermano Antonio máxima figura Mundial de esos tiempos y el rejoneador Bernardino Landete, con toros de casta del Pedregal Tambo, propiedad de d. Arturo Gangotena. Dicho festejo fue todo un éxito tanto económico como artístico.
Toda ésta historia terminó un domingo 7 de febrero de 1960 en que la Arenas abrió sus puertas por última vez, con un festejo, en que torearon, el azteca, Jorge Aguilar “El Ranchero”, el hispano Juan Antonio Romero y el ecuatoriano Manolo Cadena Torres, despachando un encierro de Pedregal Tambo.
Aquí termina la primera parte de ésta historia, ya que a partir del mes de marzo de 1960 se inaugura la ya cincuentenaria plaza de Iñaquito.
No quiero pasar por alto un festejo importantísimo en la historia taurina de Quito, como fue una corrida organizada por el desastre telúrico acaecido en la ciudad de Ambato, el 5 de agosto de 1949.
La fiesta taurina históricamente siempre se ha solidarizado ante desgracias y desastres que han conmovido a la sociedad de cualquier país, he aquí un ejemplo:
Con motivo del trágico terremoto de Ambato en el año 1949. El gobierno de España organizó una corrida de toros en beneficio de los damnificados. Trayendo desde la Península, ejemplares de las ganaderías de Pedro Domecq, Antonio Pérez de San Fernando, Prieto de la Cal, Viuda de Molero, Herederos de Montalvo, Pedro Ganaderías y Antonio Fernández de la Coba.
El cartel estuvo compuesto por: Félix Rodríguez, Pepe Dominguín y Luis Miguel Dominguín
El festejo se hizo en una plaza improvisada, concretamente y el fondo nor-oeste del estadio Olímpico hoy llamado Atahualpa que estaba en construcción, aprovechando la media circular que ya estaba construida, cerrando el círculo con unos tendidos de madera.
Dada la importancia del festejo, asistió el Presidente de la República D. Galo Plaza Lasso, el Gabinete en pleno, el Embajador de España, autoridades locales, la flor y nata de la sociedad capitalina; Partió plaza la señorita Lucía Peñaherrera, ni que decir que todas las dependencias se abarrotaron, recaudándose una buena cantidad de Sucres (moneda ecuatorianas por entonces). La corrida fue un total éxito.
En ésta improvisada plaza se dieron otros dos festejos más. Uno de la Prensa, el 11 de junio de 1950 en que se disputó la clásica oreja de oro, con otro cartel de lujo. Raúl Ochoa “Rovira”, Jesús Córdova y Gitanillo de Triana; con ganado de Pedregal Tambo. El último festejo en ésta plaza fue una corrida de la Fae, en diciembre del mismo año. Al siguiente dejo de existir; pues en el año 1951 se inauguró el Estadio Olímpico.
Ni que decir que asistimos a esas corridas la familia en pleno, aquí termina la primera parte de estos apuntes, por que que la historia sigue, pero ya en la plaza nueva de Iñaquito.
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