Tras el fallo de la Corte Constitucional de Colombia, la Corporación Taurina de Bogotá ha publicado un manifiesto en la revista Semana, una de las cabeceras más prestigiosas del país, por la defensa de la libertad taurina. Tras muchos meses de trabajo, la Corporación logró reunir a personajes como Mario Vargas Llosa, Fernando Botero, Rafael Santos, Fernando Savater, Joaquín Sánchez y Andrés Calamaro, entre otros que encabezan la defensa de ir a los toros en Colombia.
Las corridas de toros, como las conocemos hoy, datan en España y en la América española de la épocas de la Ilustración (1750-1850). Los señores de a caballo de las antiguas fiestas son sustituidos por los peones, y se escriben los primeros reglamentos taurinos, que buscan tanto proteger la vida del torero como preservar la integridad del toro hasta el momento ritual de su muerte. Son normas que al ser observadas permiten que el juego del torero se transforme en arte. Un arte específico que contiene los ideales de la cultura hispánica: el sentido trágico y heroico de la vida. El torero es así una gran metáfora sobre la vida y la muerte.
Como todo arte, el del toreo no es comprendido por todo el mundo. Pero esa no es una razón para atacarlo y pretender prohibirlo con el argumento de que es cruel, detrás del cual se esconde el simple afán de prohibir los gustos y aficiones de los demás.
Nosotros, aficionados a la llamada de la fiesta brava, reclamamos y defendemos nuestro derecho a gozar de una tradición artística pacífica. Reclamamos nuestro derecho a la libertad de opción cultural, como se respeta la libertad de conciencia. El ataque a las corridas es una manifestación violenta de intolerancia por nuestros gustos y sentimientos.
También nosotros somos defensores del medio ambiente y de la conservación de las especies, que incluyen la del toro bravo, y en consecuencia las condiciones que hacen posible su crianza y su existencia.
Corporación Taurina de Bogotá
Las corridas de toros, como las conocemos hoy, datan en España y en la América española de la épocas de la Ilustración (1750-1850). Los señores de a caballo de las antiguas fiestas son sustituidos por los peones, y se escriben los primeros reglamentos taurinos, que buscan tanto proteger la vida del torero como preservar la integridad del toro hasta el momento ritual de su muerte. Son normas que al ser observadas permiten que el juego del torero se transforme en arte. Un arte específico que contiene los ideales de la cultura hispánica: el sentido trágico y heroico de la vida. El torero es así una gran metáfora sobre la vida y la muerte.
Como todo arte, el del toreo no es comprendido por todo el mundo. Pero esa no es una razón para atacarlo y pretender prohibirlo con el argumento de que es cruel, detrás del cual se esconde el simple afán de prohibir los gustos y aficiones de los demás.
Nosotros, aficionados a la llamada de la fiesta brava, reclamamos y defendemos nuestro derecho a gozar de una tradición artística pacífica. Reclamamos nuestro derecho a la libertad de opción cultural, como se respeta la libertad de conciencia. El ataque a las corridas es una manifestación violenta de intolerancia por nuestros gustos y sentimientos.
También nosotros somos defensores del medio ambiente y de la conservación de las especies, que incluyen la del toro bravo, y en consecuencia las condiciones que hacen posible su crianza y su existencia.
Corporación Taurina de Bogotá
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