Madrid, 18 jun (EFE).- El jefe de servicios y portavoz del hospital "Layné" de Mont de Marsan, suroeste de Francia, el profesor Poirier, ha asegurado que era "imposible" salvar la vida del diestro Iván Fandiño, que, aunque no falleció en el acto, los daños que sufría en hígado, riñón y pulmones eran "irreversibles".
Todavía no se ha emitido ningún parte médico oficial que detalle el alcance de la fatal cornada que acabó ayer con la vida del torero vasco en la ciudad francesa de Aire Sur L'Adour.
En declaraciones al diario Sud-Oest, el doctor Poirier, que iba con el diestro en la ambulancia en el momento en el que se certificó su fallecimiento al no poder reanimarle de un segundo paro cardiaco, desvela que ni en la enfermería de la plaza ni en el hospital se hubiera podido hacer "nada" para salvarle la vida.
"El torero presentaba en el abdomen tres litros y medio de sangre negra, proveniente de las glándulas hepáticas, señal de que el hígado había reventado a causa de la cornada, que también rompió la vena cava, lo que le produjo en severo derrame interno", explica el médico.
"Cuanto entró a la enfermería ya lo hizo prácticamente sin pulso. Era imposible tomarle la tensión arterial de lo débil que la tenía. La muerte era instantánea. Era imposible hacer nada por él. Ni en la enfermería de la plaza ni en el hospital hubiera habido forma de salvarlo", concluye Poirier.
Los restos mortales de Iván Fandiño, de 36 años, aún permanecen en el hospital de Mont de Marsan, donde ya han llegado sus padres, Paco y Txaro, y su esposa, Cayetana García Barona, y a lo largo del día de hoy será traslado al tanatorio de Amurrio (Álava).
La muerte de Fandiño es la segunda de un torero español en lo que va de siglo después de la de Víctor Barrio, justo ahora que se va cumplir un año del trágico suceso en la plaza de toros de Teruel.
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