"Se cumplió el sueño. Estoy feliz. Ha sido un día muy emotivo. Aunque yo quería darle a la tarde la mayor normalidad y naturalidad posibles, lo cierto es que el recuerdo del percance estaba presente en todo el mundo y he sentido a Zaragoza entregada". Son palabras de Juan José Padilla cuando aún permanece en la habitación del hotel en el que se ha hospedado en Zaragoza en compañía de sus familiares y amigos más próximos, quienes no han querido perderse el que, junto al de la reaparición en Olivenza, quizá haya sido el festejo más esperado por el Ciclón de Jerez esta temporada.
"Los toreros debemos asumir igual de bien y de rápido la tragedia y el triunfo. Hace un año tocó lo primero, hoy, gracias a Dios, ha tocado lo segundo. Y ha ocurrido todo delante de mi mujer, de mis hijos, de mi padre, de mis hermanos, de los doctores que me han atendido y de otros grandes amigos de todas partes de España. Aunque mi mente ya está puesta en la tarde que vuelvo a tener aquí el viernes, ya puedo ir diciendo que estoy muy orgulloso de haber realizado una campaña tan importante y bonita", explica Padilla emocionado.
Aunque no ha cortado dos orejas de un mismo toro -requisito indispensable para salir a hombros en el coso de Pignatelli-, el jerezano ha sido paseado en volandas como premio a una gesta histórica: "No quería porque no lo permite el reglamento pero debía devolver de alguna manera todo el cariño que me ha brindado el público. Ese calor, esa entrega, son mi mejor recuerdo del día de hoy, en el que creo que se ha cerrado el círculo".
Padilla no quiere oír hablar de lecciones como la que con su entereza y amor propio ha dado a todos este año: "Mi obligación era mirar hacia adelante, asumir la realidad y tratar de devolverle normalidad a mi carrera y a mi familia. En casa no debía respirarse mal ambiente ni existir sensaciones desagradables, y en momentos así me ha venido bien el ejemplo de muchas personas anónimas que me han apoyado".
A pesar del éxito de hoy, Padilla asegura que no va a poder celebrarlo como la ocasión lo merece: "Ahí están mi otra tarde en el Pilar y también las corridas de Palos y Jaén… Tomaré algo con mi gente en el hotel, haremos una tertulia bonita y pronto a descansar que aún queda rematar el año por todo lo alto".
Aplausos
"Los toreros debemos asumir igual de bien y de rápido la tragedia y el triunfo. Hace un año tocó lo primero, hoy, gracias a Dios, ha tocado lo segundo. Y ha ocurrido todo delante de mi mujer, de mis hijos, de mi padre, de mis hermanos, de los doctores que me han atendido y de otros grandes amigos de todas partes de España. Aunque mi mente ya está puesta en la tarde que vuelvo a tener aquí el viernes, ya puedo ir diciendo que estoy muy orgulloso de haber realizado una campaña tan importante y bonita", explica Padilla emocionado.
Aunque no ha cortado dos orejas de un mismo toro -requisito indispensable para salir a hombros en el coso de Pignatelli-, el jerezano ha sido paseado en volandas como premio a una gesta histórica: "No quería porque no lo permite el reglamento pero debía devolver de alguna manera todo el cariño que me ha brindado el público. Ese calor, esa entrega, son mi mejor recuerdo del día de hoy, en el que creo que se ha cerrado el círculo".
Padilla no quiere oír hablar de lecciones como la que con su entereza y amor propio ha dado a todos este año: "Mi obligación era mirar hacia adelante, asumir la realidad y tratar de devolverle normalidad a mi carrera y a mi familia. En casa no debía respirarse mal ambiente ni existir sensaciones desagradables, y en momentos así me ha venido bien el ejemplo de muchas personas anónimas que me han apoyado".
A pesar del éxito de hoy, Padilla asegura que no va a poder celebrarlo como la ocasión lo merece: "Ahí están mi otra tarde en el Pilar y también las corridas de Palos y Jaén… Tomaré algo con mi gente en el hotel, haremos una tertulia bonita y pronto a descansar que aún queda rematar el año por todo lo alto".
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