jueves, 18 de octubre de 2012

ISMAEL CUEVAS: ES EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA,HE VUELTO A ANDAR.


"Hoy es el día más feliz de mi vida, he vuelto a andar". Son palabras de Ismael Cuevas, novillero lesionado de suma gravedad el pasado 9 de octubre cuando un novillo que lidiaba a puerta cerrada en Mijas le causó la fractura de la vértebra C7. "Esta mañana la chica de rehabilitación me puso de pie y no podía menear la pierna ni hacia adelante ni hacia atrás; me pesaba una barbaridad y he tenido que sentarme en la silla de ruedas. Ha sido tal la rabia que me ha dado que, tras dar una vuelta sentado en la silla, he vuelto a intentarlo un rato después y, con la ayuda de unos amigos, me he puesto de pie y he acabado dando hasta cinco vueltas al pasillo del hospital. Es un milagro. Los médicos dicen que todavía no pueden creerse lo rápido que estoy recuperándome", relata felizmente orgulloso el joven torero.

"Hoy he vuelto a nacer, he visto la luz, y me siento muy feliz. Ha sido una inyección de moral tremenda. Estoy que no quepo en la cama de pura alegría. Los médicos dicen que probablemente la semana que viene me den el alta porque ya no estoy tomando antibióticos y sólo llevo un collarín y los puntos de las operaciones que aún no me los han quitado. La rehabilitación la haré próximamente en la cama de mi casa con un fisioterapeuta", declara Cuevas, ingresado en el Hospital Carlos Haya de Málaga.

Ismael confiesa haberlo pasado "muy mal", pero, a la vez, afirma que siempre pensó "que iba a salir a de esta", explicando: "No sé por qué pero sabía que en silla de ruedas no iba a quedarme, al menos por mí y mi esfuerzo no iba a ser. Voy a hacer todo cuanto esté en mi mano para que la recuperación sea lo más rápido posible y poder volver a torear cuanto antes. Ponerme delante del toro otra vez es algo que tengo más claro que nunca".

Los momentos duros -"con sólo 22 años sentí cómo no podía mover nada desde el pecho para abajo", relata- ya han quedado atrás. "Ni a mi peor enemigo le deseo pasar por lo que yo he pasado. Estuve dos días en la UCI sobre una tabla completamente recta y aguantando sobre mi cabeza siete kilos de peso que mediante una polea y una cuerda tiraban de mi cabeza hacia detrás y ayudaban a que aquello volviera a su sitio. Han sido sensaciones muy desagradables, que hay que vivirlas para entenderlas, pero, repito, es algo que no deseo a nadie. Gracias a Dios, todo eso ya forma parte del pasado".
Aplausos

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