Los dos toreros Pepe Luis Vázquez (padre e hijo) en su casa de Sevilla en una imagen de archivo. / PABLO JULIA-EL PAIS/
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Por Bocanegra / Fotografías La Loma
La ovación de la tarde fue para Pepe Luis Vázquez, recogida por Pepe Luis, Chico, en el Salón de Pasos Perdido del Senado español, tras su alocución al recoger en nombre de su padre el premio de la Asociación Taurina Parlamentaria. El halo artístico que une e identifica a ambos fluyó sobre el coso senatorial con la palabra y el ademán del genial vástago de la dinastía de los Vázquez.
Faena medida, de arte, de empaque y torería, con sencilla naturalidad, como rematada con un garboso kikirikí saliendo del embroque mirando al tendido agradeciendo el reconocimiento a su padre, Sócrates de San Bernardo, que espera en su casa sevillana los trofeos conquistados al alimón en tan memorable tarde madrileña.
Mucho toreo hubo en la faena justa y medida del chico de Pepe Luis, como le llamara su recordado apoderado Manolo Cano; no le importó alternar con la excelencia del maestro Pío García Escudero al frente de su excepcional cuadrilla de la ATP con la eficacia de Miguel Cid, el estilo de María Teresa Cobaleda, el dominio de Juan Manuel Albendea, o la brega de Javier Marqués.
Su egregia figura sobresalía en su despacioso paseílo sobre la arena del Senado entre la sevillanía de su paisano Romero Solís; ni siquiera pudieron aguarle la tarde la plúmbea y pedante estulticia del recogedor del Wellington -¿por qué tapada en el burladero una dama como Cristina Moratiel?- ni mucho menos la esperada venencia montañesa trocada por desesperante galerna del Cantábrico, y ni que decir, de un rentista de la cejatera con aires milicianos que quedó a la altura del betún de las zapatillas de Pepe Luis, aquel arcángel de luces al que Zabala -el de verdad- le escribiera en ABC: Hasta las palomas repetían Pepe Luis, Pepe Luis.....; y así, del mismo modo, palpitaron los corazones en ese magno salón, ante la etérea y generacional simbiosis pepeluisista que fluía como el arte derramado aquella tarde en Las Ventas frente a Ropavieja ¿verdad Amorós? cuando la hondura y el temple cimentaron la magia del duende...
Mucho toreo y mucho arte... ¡gracias, maestro!
Cristina Moratiel, presidente de la Fundación Wellington,
con Romero Solís y Pepe Luis
Maite Cobaleda, Miguel Cid, Pío García Escudero,
Juan Manuel Albendea y Javier Márques
La ATP y los premiados
Salón de Pasos Perdidos del Senado Español
J. Albendea entrega el premio a Pepe Luis Vázquez
El rentista de la cejatera da las gracias...¡no es para menos!
Rosario Sánchez, Andrés Amorós y Catalina Luca de Tena...
siempre ABC
siempre ABC
Pepe Luis y Juan Lamarca
Juan Miguel Núñez, Pepe Luis y Juan Lamarca
Juan Miguel Núñez, Pepe Luis y Manuel Torres
Pepe Luis y Pedro Giraldo
Pepe Luis, Salvador Sánchez y José Julio
Pape Luis y Salvador Sánchez
M. Martín y Pepe Luis
M. Martin, pepe Luis y Juan Miguel Núñez
Iñigo Crespo, Pepe Luis, Antonio Sánchez y Juan Miguel Núñez
Pedro Plasencia, Vidal Pérez y Juan Manuel Albendea
Pedro Ballesteros ¿...? y Pedro Sáiz...
Manuel Torres, Miguel Cid y Humberto Parra
Palacio del Senado
Monumento a Cánovas del Castillo
ante el Senado
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