Pepote Bienvenida, junto a su madre, observa el toreo de salón de su hermano Ángel Luis - ABC
Pepote Bienvenida:
cuando la cornada mortal es un infarto
El dinástico torero falleció hace cincuenta años en la plaza de toros de Lima mientras actuaba en un festival.
ABC, ZARAGOZA /09/03/2018
Sucedió hace medio siglo. La plaza de la capital peruana se tiñó de luto durante la celebración de un festival taurino a beneficio de la Asociación de Artistas Aficionados de Perú. Tarde de lleno en los tendidos, de gran expectación, de éxitos; y, al final, de tremendo dolor. Aquel 3 de marzo de 1968, la cornada mortal fue un fulminante infarto de corazón que alcanzó de lleno a José Mejías Jiménez -Pepote Bienvenida en los ruedos-, el segundo de los hijos toreros del legendario Papa Negro, que había reaparecido de manera puntual ese día.
Toreaba aquella tarde junto a su hermano Antonio y los peruanos Hugo Bustamante (rejoneador), Rafael Puga y Raúl Aramburu. A su novillo lo toreó primorosamente con el capote, y cuentan las crónicas que con la muleta compuso una faena con pases de todas las marcas, que no tuvo el refrendo con la espada. Pidió las banderillas, y tras colocar un gran primer par, ya se vio incapaz de rematar el tercio. Con todo, el público de la bicentenaria plaza de Acho le obligó a dar una vuelta al ruedo.
El festejo siguió con el triunfo de su hermano y de los jóvenes diestros locales. Tan embalada en el éxito estaba la tarde, que Antonio Bienvenida regaló el sobrero. Entonces Pepote quiso intervenir en un quite. Pidió un capote con la intención de «mojarle la oreja» en fraternal competencia, pero desistió. Ya no se vio con fuerzas para saltar al ruedo.
Traslado a la clínica
Durante la faena de Antonio, Pepote se dirigió a la enfermería. «Me ahogo, me ahogo», le dijo a su mozo de espadas. Hasta tuvo que pararse para quitarse la chaquetilla y desabrocharse el cuello de la camisa. Apenas entró se desplomó. Aún hubo tiempo de trasladarlo a la clínica Maison de Santé, en donde a las 9 y media de la noche se certificó su muerte.
Cuando Antonio mató a su novillo, se dirigió a toda prisa a la enfermería entre el desconcierto de público. La triste noticia no tardó en confirmarse.
Cuenta el periodista Horacio Parodi en la revista El Ruedo del 12 de marzo de 1968, que durante el festival, un fotógrafo pidió a los hermanos Bienvenida que posaran para «la última foto» junto a mozo de espadas Páez, que se retiraba. A lo que Pepote le recriminó, que «nunca ha de decirse la última, sino la penúltima».
La capilla ardiente se colocó en la plaza de Lima hasta el traslado del cuerpo del infortunado torero a Madrid. Las escenas de dolor se repitieron al llegar el féretro a Barajas y en el masivo funeral, en donde los aficionados y todo el mundo del toro arropó a la familia Bienvenida.
Pepote Bienvenida nació en Madrid el 7 de enero de 1914, segundo de los seis hijos del Papa Negro. Tomó la alternativa en la capital de España el 4 de julio de 1931 y estuvo en activo hasta 1957, demostrando una gran clase como torero.
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