viernes, 16 de marzo de 2018

EL RETO SOEZ DE GONZALO CABALLERO EN PRESENCIA DEL REY D. JUAN CARLOS / Por Juan Miguel Núñez Batlles


Por Juan Miguel Núñez Batlles

Vaya lío con Gonzalo Caballero en la presentación de la próxima Feria de San Isidro, en la gala que tuvo la semana pasada en el ruedo de Las Ventas –acondicionado para la ocasión con una gran y confortable carpa- con la presencia del mismísimo rey emérito don Juan Carlos y su hija la infanta Elena. Un enredo que no ha dejado a nadie indiferente.
Las conclusiones de los presentes, incluso de los ausentes, ya que transcendió, y de qué manera, por las redes sociales y a través de las transmisiones en directo por internet, emisoras de radio y hasta movistar toros. Los ecos  que ha dejado, ya digo, son de lo más divergentes.
Caballero dijo aquello de los atributos masculinos como nueve o diecisiete veces, o quizás sólo siete, pero a todos nos pareció una barbaridad por el contexto de la escena.
 Al principio pidió perdón por la palabra en cuestión que utilizaba; pero después se embaló y ya no reparó en más disculpas, ni buscó  figuras retóricas, ni sinónimos, que podrían haber sido perfectamente, qué sé yo, agallas o arrojo, o audacia y hasta bravura -ya que estábamos en un acto taurino-, incluso coraje u osadía; también hubiera valido redaños, quizás valentía y valor......., y ya, si el hombre lo que quería era no salirse del  lenguaje osado, pues le hubiera servido perfectamente la palabra testículos.
Pero, no. Caballero estaba esa noche por lo soez. Y bien que le salió.
Tampoco es que uno se escandalice por escuchar lo de cojones, no. No vaya a pensar nadie que servidor es un melifluo, noño y melindroso, pues advierto que para trastornarme con una palabra de esas que popularmente llaman taco, ya tiene que venir la cosa muy rebuscada. 
Lo cierto es que no era el sitio ni la ocasión. Y sorprendió que estuvo a punto de no hablar. Pues subió el torero al escenario a recibir un premio que llevaba la generosa apreciación del empresario, al que finalmente terminó poniendo verde que te quiero verde.
Era un trofeo que nada tiene que ver con la feria de San Isidro, ni con la plaza de las Ventas. Un reconocimiento a su alto sentido de la solidaridad, al haber toreado el pasado octubre, en Torrejón de Ardoz, una corrida de toros en solitario a beneficio de la lucha contra el cáncer infantil, sin duda, algo muy loable.
Y después de aceptar simbólicamente el trofeo en cuestión,  se marchaba ya escaleras abajo cuando la presentadora le invitó a decir unas palabras, que además llevaba preparadas, escritas en un papel.
Fue cuando se volvió, se puso frente al micrófono y soltó lo que le habían escrito. Que esa es otra, porque habría que saber quién se lo escribió, o quién le ayudó en la redacción, y si la idea allí expresada era exclusivamente suya.
Habló de inteligencia y de cataplines, para acabar con una alusión a la libertad y la rebeldía.
A Simón Casas, el empresario, le dijo de todo. Y al final le devolvió otro galardón, no éste de la solidaridad que recibía esa noche, si no el que le habían entregado hace dos meses en FITUR por decisión de un jurado en el que Casas no interviene aunque patrocina el premio.
Gonzalo Caballero dejó bien claro que devolvía el premio porque no toreaba en San Isidro, ya que las corridas que le ofrecieron -dijo- "las mataré cuando sea figura, no cuando me las impongan".
No sabemos, porque tampoco dijo nada al respecto, si ha sentido, o sufrido, esa imposición para el 2 de mayo, en la Goyesca del Día de la Comunidad de Madrid, cuando, junto a Iván Vicente y Javier Cortés, lidiará toros de El Tajo y La Reina.
Menudo lío y carnaza para el amarillismo.
Se dijo esa noche, en los corrillos y mentideros del acto, y al acabar éste, que Caballero era ya un héroe por enfrentarse al sistema. 
Se habló asimismo de la inoportunidad, por hacerlo, repitiendo tantas veces el taco en cuestión, delante de su majestad el Rey Don Juan Carlos y la Infanta Elena.
 Y para abundar en el despropósito, se recordaba la relación de amistad muy cercana de Caballero con algún miembro de la Casa Real. Esto último, si es así como parece, debió ser definitivo para que el torero pusiese punto en boca y buscara mejor oportunidad para expresar su descontento.
El caso es que la gala tuvo a Caballero, a partir de su intervención, como protagonista.
Casi llegó a opacar las esperanzadoras palabras de don Juan Carlos, que, entre otras cosas, dijo que contaremos siempre con su apoyo. 
Bonita también la proclama de la rejoneadora francesa Lea Vicens, que al recoger el premio "Mujer y Tauromaquia" dijo "no haber sentido nunca una falta de respeto en el mundo del toro, porque no hay ni hombres ni mujeres, si no toreros, y yo -enfatizó- me siento torero".
Victorino Martín recordó a su padre al recibir el galardón a la Ganadería Relevante del Año.
El Juli -premio Trayectoria Taurina- se sintió “orgulloso de pertenecer a la profesión más bonita del mundo".
Y Ponce, distinguido como Figura de la Temporada 2017, habló de la ilusión para todo en la vida, concluyendo que “el afán de crear me empuja a seguir en el toreo como el primer día".
Palabras, en fin, de los protagonistas de una gala en la que también intervinieron los empresarios de Plaza 1. Rafael Navarro  habló de una cifra mágica de público en Las Ventas en 2017: nada menos que un millón de espectadores. Él sabrá.
Y Casas. El siempre ocurrente Simón Casas, esta vez trajo papeles para leer y no improvisar, y no se salió del guión. En su discurso, más comedido y desapasionado de lo habitual, no replicó a Caballero para no entrar al trapo de la provocación; y en algún pasaje de su intervención hubo hasta tintes poéticos, cuando mezcló conceptos de vida y muerte, de arte y belleza.
En el transcurso de la gala, el genial y universal pintor Diego Ramos, realizó la obra ilustradora de este San Isidro: una imagen de Iván Fandiño, el diestro fallecido el año pasado. Torero con una amplia y reconocida trayectoria en Las Ventas. 
Está claro que con tantos y tan justos protagonistas, y como está “el tinglao” de “la Fiesta”, Gonzalo Caballero debía haber anunciado que hablaría el 2 de mayo, naturalmente en el ruedo.

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