Nuestro Señor de la Oración en el Huerto
Tras la oscuridad de la noche, el sol jiennense vuelve a iluminar una de las imágenes de la Semana Santa de Úbeda: a las once y media de la mañana del Jueves Santo, sale de la iglesia de San Pablo Nuestro Señor de la oración en el Huerto. Esta iglesia es una de las más importantes de la ciudad. En la singular Plaza del Mercado se encuentra situada esta iglesia, que es la segunda en antigüedad entre las Parroquias de Úbeda.
Celebración del Jueves Santo
El Jueves Santo Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar la Pascuaen una cena especial en la que lavó los pies a sus discípulos dándoles ejemplo de humildad y amor, instituyó el Sacerdocio con las palabras “Haced esto en memoria mía” al convertir el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre, momento en el que también instituye la Eucaristía para así quedarse con nosotros para siempre.
Llegada la noche, Jesús se retiró, junto con Pedro, Santiago y Juan a orar en el Huerto de Getsemaní. Es ahí donde Jesús acepta cargar con los pecados de toda la humanidad antes de su pasión. Fue inmensa su agonía, sufría a tal grado que sudó gotas de sangre. Aún así, acepta seguir adelante: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”.
Seguramente sabía que pronto le iban a apresar. Y así sucedió. Un gran número de hombres armados con espadas y garrotes, con Judas Iscariote a la cabeza, llegaron al lugar. Judas, el apóstol que lo vendió por 30 monedas de plata, se acercó a Jesús y lo besó, así pudieron aprehender a Jesús.
Nuestra Señora de la esperanza
Sigue al paso de Cristo la imagen de la Virgen de la Esperanza, obra también de Federico Coullaut-Valera; su manto verde bordado en oro reluce bajo los rayos de sol de la mañana de Úbeda en tanto que se oyen a lo lejos los primeros compases de la marcha “Gethsemaní”. La Virgen camina cerca de su hijo amado en un intento de aliviar sus primeros sufrimientos.
Nuestro Señor de la Columna
Con las marchas “Nuestros Señor en la columna” y “Divino silencio” como telón de fondo, avanza un Cristo que comienza a vencerse de dolor mientras la noche se cierne sobre sus músculos cansados. La espalda se le encorva y las rodillas se le doblan, pero lo mantienen en pie la compañía de la Virgen y la confianza en la misión que ha venido a cumplir.
Francisco Palma Burgos en esta escultura ha conseguido plasmar la serenidad en el sufrimiento; la paz en el rostro de un Cristo de gran realismo y una estudiada anatomía en cuyos miembros puede advertirse el sello de la flagelación y los golpes recibidos. Jesús ocupa un primer plano, mientras que los soldados romanos quedan detrás empuñando el látigo, a la sombra de la ciudad ya anochecida.
María Santísima de la Caridad
Acompaña al paso de Cristo María Santísima de la Caridad, obra también del propio Palma Burgos.
Es una virgen dolorosa bajo palio, con un rostro lleno de dolor ante la presencia de los sufrimientos de su hijo.
Nuestro Señor de la Sentencia
Jesús en el momento en que va a ser sentenciado por Poncio Pilatos. En este caso se trata de un conjunto escultórico de grandes dimensiones, en cuyo centro está un Cristo que asume con gesto sereno su condena a muerte.
Una lágrima, entre la sangre que le cae por las mejillas delata la injusticia y, más aún, la misericordia y pesadumbre por la maldad que se ha apoderado del corazón de los hombres que lo están juzgando. Jesús mantiene el rostro fijo en el suelo, con las manos atadas, aguantando un insulto tras otro, golpes, humillaciones … pero lo que más le pesa y le hace bajar el rostro es la ceguera y dureza de corazón de los que le rodean. Dos soldados romanos flanquean el paso de Jesús en un ejercicio inútil ya que jamás va a intentar escapar a un destino que ha aceptado de antemano. Los soldados, con un gesto tan duro como el material en que están esculpidos, señala a la multitud que pide la muerte de Cristo pidendo silencio para que hable Pilatos.
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