miércoles, 4 de abril de 2012

EL FUNDÓN "HERMANOS ARRUZA"


La rivalidad que hizo furor entre Manolete y Arruza
se basó en la amistad fraternal que mantuvieron.


En el LXIII aniversario de la tragedia de Linares publicamos un artículo en recuerdo de Carlos Arruza, remitido por el reconocido aficionado Aquilino Sánchez Nodal.


EL FUNDÓN, “HERMANOS ARRUZA”



El día 30 de Julio, hay anunciada una corrida de toros en la Plaza Monumental. Se trata de la presentación del torero mejicano, Carlos Arruza en la Ciudad Condal. Seis toros del Duque de Tovar para, Domingo Ortega, Arruza y “Andaluz”. Los buenos carteles que se programaban en Barcelona, no hacían presagiar la repulsa, de los políticos catalanes actuales, por todo lo que suene a español, en especial, las corridas de toros. Muchos aficionados y todos los abolicionistas desconocen la trágica historia que acompaña a uno de los mejores toreros mejicanos de todos los tiempos.

Carlos Ruiz Camino, nacido en México. Segundo de los hijos del matrimonio compuesto por el madrileño, don Manuel Ruiz Arruza y doña Cristina Camino Galicia, nacida en Sequeros, (Salamanca). El primero de los vástago, Manolo, nació en Madrid, ciudad en la que el señor Ruiz tenía una sastrería, el 10 de Septiembre de 1.918. La madre, doña Cristina, era hija de un ilustre Notario de Zamora llamado don Higinio Camino de la Rosa y de doña Valeriana Galicia Ayala.
El matrimonio Camino Galicia tuvo ocho hijos, los dos primeros de suma importancia en la historia de España. El mayor, don Julio Camino Galicia, militar ilustre, médico psiquiatra, autor de veintiocho libros sobre la especialidad en la patología de la curación de la demencia por la hipnosis. Curó a cientos de enfermos locos a los que trato como a personas, cosa que no sucedía en los manicomios españoles. El segundo hermano y por lo tanto tío carnal de los toreros Arruza, Felipe Camino Galicia, fue un joven “calavera”, según el significado a usanza de la época, embaucador e irresponsable. También estudió medicina en Madrid. Licenciado en farmacia. Magnífico derrochador, arruinó la oficina farmacéutica que le puso don Higinio, el padre. Pasó en la cárcel varios años, acusado de estafa. Huyó a Méjico, en donde vivía su hermana Salustiana, Salus para la familia y se hizo poeta. Sus libros los firmaría con el nombre de León Felipe.

Una impresionante escultura en bronce reconoce la aportación a la cultura mejicana del poeta español. Tuve el honor de estar presente en Chapultepec, el día que don Luis Echevarría, presidente de México, la descubrió frente a la Universidad del Cisne, en aquel parque. El matrimonio Ruiz Galicia decide trasladarse a México influenciados por su hermana Salus, en busca de mejores horizontes. Allí nacerían Carlos y Pepe Ruiz Galicia. Don Manuel Ruiz, aficionado a los toros inculca en sus hijos la pasión por el toreo. No consigue encauzar las carreras de los dos niños, aunque, consigue inscribirlos en la escuela taurina de la ciudad. Piensa que los toreros se hacen en España. Liquida su negocio de sastrería y se embarca con sus dos hijos toreros.

La Nación está, como ahora, desgobernada, saqueada y sumergida en odio fratricida. La guerra civil estalla. Sirenas, llantos, gritos y obuses es el pan, a falta del de trigo, diario en Madrid. Cae enfermo el padre y deciden que Carlos, con su pasaporte mejicano, regrese y solicite la extradición. Manolo queda en España para cuidar de su padre. Carlos marcha vía París.
Mil calamidades le esperan en Francia, La madre, doña Cristina, la ha mandado dinero para el pasaje a nombre de, “los hermanos Arruza”. La documentación que presenta el muchacho para retirar el dinero, dice, Carlos Ruiz Camino. La administración de correos no acepta la identificación. Días, meses, hambre y soledad pasa hasta que consigue convencer al encargado que entrega los giros, de que, él es uno de los hermanos que refiere la papeleta. “Más cornás da el hambre”.

Desde México solicita la repatriación. Don Manuel llega en la últimas y fallece a los pocos días de volver. Manolo y Carlos tienen que buscarse la vida sin protección paterna. Carlos comienza a torear en las plazas del Estado. Manolo no puede actuar por su condición de español.

Regresa a Madrid y debuta en Las Ventas el 30 de Julio de 1.939. No estuvo bien con los novillos de Concha y Sierra que le tocaron en suerte. Aquella tarde le acompañaron, López León y Francisco Casado.

Desilusionado por tan triste presentación regresa a Méjico. Carlos Arruza toma la alternativa en la plaza del “Toreo” el 1 de Diciembre de 1.940, sufre una cornada muy grave. Manolo espera paciente que se resuelva el conflicto taurino de los matadores mejicanos y españoles. Se dice que fue un accidente, el día 12 de Junio de 1.941, un disparo acaba con la vida de Manolo Arruza, contaba 22 años de edad. El golpe es terrible para el hermano, que comenta: -“Ha sido una pena. No ha tenido tiempo de demostrar el excelente matador, que hubiera llegado a ser, mi hermano Manolo”. Desde entonces, durante toda su carrera, Carlos Ruiz Galicia, “Carlos Arruza”, utilizó el esportón que les había regalado su padre en el que, grabado en bronce, se leía: “Hermanos Arruza”.

Reseña de la corrida:
“La plaza llena a rebosar de ansiosos espectadores para estudiar el toreo que hace Carlos Arruza. Querían conocer si todo lo que la prensa había dicho y glosado de la maestría del mejicano, era verdad. Al final coincidieron, no hubo toros, pero estuvo un mejicano que venía empujando con fuerza para reanimar a las dormidas figuras de España. Por lo que vimos, Arruza puede con todo el ganado. Provoca entusiasmo en las masas y se llevó cuatro orejas y un rabo ganados a ley.
Domingo Ortega es el “catedrático del toreo”. Estuvo en profesor pero en algunos momentos de sus actuaciones, parecía un hambriento novillero en busca de aplausos. Cuatro orejas y un rabo.
“Andaluz”, tampoco se achicó. Con su garbo inconfundible sevillano con capote y muleta, arrancó un apéndice, que pudieron ser cuatro, de no fallar a espadas.

En resumen, una gran tarde de toros en Barcelona. El público salió satisfecho y convencido de lo que tanto, se decía, del torero azteca, era cierto.
Los de Tovar, bien presentados, resultaron “cornalones”, “quedadotes” y “mansurrones”.

Detrás de cada figura del toreo hay una historia secreta, apasionante y en la mayoría de los casos, trágica.
Joselito.

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