La matadora de toros Cristina Sánchez Julian López el Juli salen a hombros por la puerta grande tras el primer festejo taurino de la Feria de San Jualián 2016 . EFE |
Cuenca, 20 ago (EFE).- La torera Cristina Sánchez, que hoy volvió a enfundarse el terno de luces por un día en la primera de la feria de San Julián de Cuenca, cortó dos orejas y salió a hombros junto a Julián López "El Juli", que cosechó idéntico balance artístico.
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Daniel Ruiz, de presencia muy justa, nobles y manejables en general, aunque no sobrados de casta, a excepción del enrazado tercero.
Enrique Ponce: estocada y tres descabellos (ovación tras aviso); y pinchazo hondo y descabello (oreja con petición de la segunda tras aviso).
Cristina Sánchez, que reaparecía por una tarde: estocada (dos orejas); y dos pinchazos y dos descabellos (vuelta al ruedo).
Julián López "El Juli": estocada trasera y descabello (oreja con petición de la segunda); y buena estocada (oreja).
La plaza registró tres cuartos de entrada en los tendidos.
MÁS QUE DIGNA
La corrida que abría feria en Cuenca vino cargada de emotividad. No en vano reaparecía un torero, y mujer, quien no se vestía de luces desde finales de 1999. Y todo ello con una finalidad altruista, pues sus honorarios serán destinados a la investigación contra el cáncer infantil.
Y, ¿cómo estuvo Cristina Sánchez? Pues tremendamente digna ante un lote noble pero al que le faltó fondo.
En su primera faena, brindada al público y a sus dos hijos, la madrileña supo darle espacio y tiempo al de Daniel Ruiz, para llevarlo a media altura con gusto ocasionalmente. Eso sí, como no se pueden pedir imposibles, también hubo dudas y rectificaciones cuando el toro se lo pensó.
Lo más destacado en la lidia de su segundo, otro ejemplar noble pero que no terminó de humillar ni de rebosarse al perseguir la muleta, radicó en la templanza con la que condujo a su oponente en varios naturales, ejecutados al ralentí, aunque de manera periférica.
A criterio del aficionado queda qué merece más consideración, la templanza o la falta de ajuste. En éste falló con la espada, lo que no evitó que recogiera -de manera totalmente justificada y merecida- el respeto y la admiración de los tendidos en la vuelta al ruedo.
El Juli fue un perro de presa en el tercero tras el triunfo de Cristina. Fue algo así como decir "Sí, es tu tarde, pero me van a ver a mí también". Y se le vio. Tremendo. Arrollador bordeando el abuso, pues en ningún momento dejó que el encastado toro de Daniel Ruiz lidiado en tercer lugar cogiera más aire del necesario.
Lucido en el recibo a la verónica y el quite por chicuelinas y cordobinas, el madrileño anduvo siempre en cercanías, sin apenas irse de la cara tras finalizar las series. Lo exprimió por abajo, tirando del toro hasta el final con más mando que estética. Apretó el Juli, como casi siempre, incluso en una tarde como esta, quizás como muestra de respeto a sus compañeros, sobre todo a Cristina.
Su segundo careció de raza y embistió rebrincado y punteando el engaño hasta que se vino abajo; momento en el que Juli se vino arriba, y terminó citando de rodillas, aunque con escaso lucimiento.
Enrique Ponce, que brindó su primera faena a su compañera de terna, protagonizó dos trasteos muy en la línea poncista; citando por fuera y vaciando hacia dentro, con esa elegancia tan personal.
En su primero perdió el trofeo por el fallo con el descabello, mientras que en el cuarto, se le pidió la segunda oreja (no concedida) por una labor de largo metraje y refinada que tuvo más eco en los tendidos cuando consiguió ligar los muletazos, algo que ocurrió solo ocasionalmente.
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