domingo, 14 de julio de 2013

EL ALCALDE DE BURGOS CAMBIA LA PLAZA DE TOROS POR EL "LADRILLO".


Javier Lacalle (de rosa) el alcalde que ha acabado con los toros en Burgos

"...Se trata del empeño personal de un alcalde pepero y en el corazón de Castilla La Vieja. El señor Javier Lacalle, primer edil de Burgos, es el último responsable del anunciado e inmediato derribo del coso del Plantío, una plaza construida en pleno desarrollismo utilitario que no llegará a cumplir el medio siglo de vida..."

El naufragio llega al corazón de Castilla

Por Alvaro R. del Moral 

Un derribo discutido y discutible. 
No hay antitaurinos ni señores en pelotas embadurnados de ketchup. Tampoco hablamos de nacionalismo excluyente, progres de salón ni activistas abierta y sinceramente abolicionistas. Se trata del empeño personal de un alcalde pepero y en el corazón de Castilla La Vieja. El señor Javier Lacalle, primer edil de Burgos, es el último responsable del anunciado e inmediato derribo del coso del Plantío, una plaza construida en pleno desarrollismo utilitario que no llegará a cumplir el medio siglo de vida. Se ha esgrimido una ancha baraja de patologías como justificación de la entrada de la piqueta pero la recentísima feria de San Pedro, precedida de unas exigentes pruebas de carga, ha podido celebrarse sin ningún problema. En cualquier caso, ya no hay vuelta atrás: la vieja plaza será escombros sí o sí y no hay ninguna de recambio.

La sombra pertinaz del ladrillo. 
El inapelable derribo viene acompañado de su propio cuento de la lechera. Lacalle invoca un fantasmal recinto multiusos para sustituir al coso difunto. Pero el proyecto de marras ni está ni tampoco se le espera. Y además, con la que está cayendo y la que aún tiene que caer parece harto complicado que nadie piense en embarcarse en la construcción de torres de Babel de dudosa rentabilidad y escasa necesidad. O sí, porque aquí falla algo. ¿Esconde otros intereses el apresurado derribo de El Plantío? Se señala con el dedo a personas concretas con enorme poder e influencia sobre el tejido social, económico y hasta periodístico de la capital castallana. Esas manos podrían estar manejando los hilos de la operación pero ¿cuales son los verdaderos planes de futuro para el solar que dejará la plaza de toros? El telón de fondo ha sido una auténtica ceremonia de la confusión entre informaciones contradictorias que certificaban la seguridad del recinto y las que sentenciaban su ruina irremediable. En medio de esa polvareda, la inmensa mayoría de la torería andante ha seguido como Belinda después de organizarse -y bien- para denunciar el disparate de Utrera. El asunto traerá más cola pero una cosa está clara y la ha reconocido el propio alcalde: No habrá toros en Burgos en 2014. Pero sigan ampliando plazos; pensar que los festejos volverán en 2015 -como los brindis al Sol que aseguraban la vuelta del toreo a Cataluña este mismo año- es territorio de ilusos o manipuladores. El abolicionismo tiene otros nombres y otros actores, señor alcalde.


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