Por Juan Miguel Núñez Batlles
La ruina que se presagiaba tras las alarmantes cifras de la última feria de Bilbao, donde se encendió la luz roja por el descenso de espectadores, poniendo a "la Fiesta" cuesta abajo, parece que se ha frenado.
Felizmente, para los incautos, que en esto del toreo nunca nos van a faltar con sus perversas conjeturas, he de decir que septiembre apunta a la recuperación.
Me complace reconocer además que en este rescate a tiempo y con la fórmula parece que adecuada, tiene mucho que ver precisamente -lo que son las cosas-, la empresa que ha gestionado Bilbao durante muchos años y a la que todos, o casi todos, culpábamos de un desastre poco menos que anunciado.
Es la Casa Chopera. Así de claro. La que dirige el cotarro en Bilbao desde hace muchos años, actuando como asesora de la Junta Admistrativa de su plaza de Toros. Una empresa que dio esplendor a "la Fiesta" allí en temporadas muy buenas, cuando todo iba en positivo para toreros, ganaderos y afición. Y también, ojo, teniendo que remontar épocas de vacas flacas.
Ha habido de todo en el Bilbao de todos los tiempos. Y desde luego, en el cómputo global, destacan los logros y el prestigio; aunque el canguelo de ahora por el futuro inminente nos haga dudar. ¿Dónde ésta, o quién tiene la fórmula para relanzar el espectáculo? Ya digo que después de las Corridas Generales de la capital vizcaína, el panorama se presentaba muy oscuro. Y mira por donde, parece que la solución va a llegar por el mismo camino en el que suponíamos que se estaba perdiendo.
Es la Casa Chopera, los hijos y nietos del recordado, añorado y siempre querido y codiciado don Manuel Chopera, los que, por fortuna, parece que están dando con la tecla. Ellos, según los pronósticos, puesto que ninguna otra empresa se ha presentado al concurso, serán los futuros e inminentes empresarios de Bilbao, ya que el modelo de gestión interesada quedó descartado.
Chopera, asociada a la marca mexicana de Bailleres que representa el matador de toros Antonlo Barrera -un portento hasta ahora por sus cualidades para dirigir y administrar-, sigue teniendo en sus manos el rumbo y el destino del espectáculo de los toros, allí en Bilbao, en Salamanca y otras plazas, como la de mi querida Almería, donde los resultados, también en pleno agosto, fueron nefastos como en Bilbao. Y veremos lo que nos espera dentro de unos días, en Logroño, en su feria matea.
Lo que yo intento destacar es que la firma Bailleres-Chopera. o Chopera-Bailleres -no sé en qué orden hay que ponerlos- sale crecida de Salamanca, donde a pesar de la crisis se han hecho las cosas bien desde el punto de vista empresarial. Lo digo sin que nadie me lo cuente. Estuve allí.
El público ha aumentado en esta Feria, un ciclo resentido años atrás por la pérdida de abonados. Y ahora, de restar, de pronto a sumar. Eso está bien.
La taquilla ha tenido trabajo. Y además con una programación de futuro y salvando los inconvenientes del mal tiempo, ya que hemos pasado frío y en ocasiones hasta ha amagado la lluvia.
También la ausencia de Roca Rey, que tanto daño ha hecho a la temporada, puesto que en principio se presentaba como el nombre de más tirón en los carteles. Sin embargo, todo hay que contarlo ahora en positivo.
Salamanca ha tenido una novillada con picadores. Mirando por la cantera, que es la mejor manera de asegurar el futuro. Y la entrada ese día fue más que aceptable.
Corrida también de toreros locales Toreros con proyección: López Chaves, Damián Castaño y Alejandro Marcos, que llevaron mucho público, cuando no es lo habitual.
Un cartel de arte, pero de arte de verdad, del bueno, con Urdiales y Aguado, que completó Ginés Marín. Ese día, Urdiales lo inundó todo con su marca de clasicismo y pureza.
Morante, Juli y Cayetano, llenaron. No se puede prescindir de los mediáticos, está claro. Y ese día la diversión fueron las broncas al de la Puebla por su impotencia taurina, algo patético, y la desmesura en el otro extremo, del triunfalismo con los otros alternantes, aupados en volandas en una exagerada salida por la Puerta del Toro, que es como llaman en la capital charra a la Puerta Grande.
Ferrera, Manzanares y Juan Del Álamo, en el cierre, también llevaron más gente de la que en principio se suponía, pues era el cartel de la sustitución de Roca Rey. Toreó el salmantino Del Álamo, por derecho propio, después de estar fuera del ciclo habiendo sido rotundo triunfador el pasado año. Y volvió a salir a hombros junto a un inspiradísimo Ferrera.
Todo esto quiere decir que "la Fiesta de los Toros" tiene futuro, cuando se le echa imaginación y se aparcan los disparates, con programaciones atractivas y generosas promociones.
El buen invento de la Juventud Taurina en Salamanca, idea muy fomentada por Chopera, cada año va ganando más adeptos. El espectáculo, con su verdadera esencia, pureza e integridad, interesa, no sólo al aficionado, si no al gran público.
Así se pone freno a la sangría y se asegura la escalada.
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