Por Juan Miguel Núñez Batlles
Un torero que se quedó a mitad de camino, Agapito García "Serranito", ha estrenado memorias.
El personaje, a quien un toro estuvo a punto de quitarle la vida, sin embargo, y contra todo pronóstico, fue capaz de superar aquel revés. Hasta salir por su propio pie del Sanatorio, cosa que dudaban todos.
Desde entonces se desenvuelve con evidentes limitaciones locomotoras. Pero las secuelas no han podido con él; y sigue mirando hacia delante, con optimismo y agradecimiento.
El libro, que lleva el título de "Historia, recuerdos y vivencias íntimas de un torero" (de Editorial Temple), se presentó este San Isidro en la Plaza de Las Ventas, y es una recopilación de sensaciones muy íntimas contadas con sencillez y entusiasmo, desde sus primeros pasos en la profesión (el miedo de la primera vaca), hasta las ocho décadas que ya va rondando el actor de tan apasionantes relatos. Y de todos lo relatos, el más triste, naturalmente, el de la cogida en Benidorm, por la que durante mucho tiempo se temió que pudiera quedarse paralítico. Es terrible lo que le ha tocado vivir a “Serranito” desde aquel 14 de septiembre de 1969.
Por eso, su vida es la doctrina a seguir por quienes eligen el toreo como meta de su existencia. Porque en ella están los valores para sustentar y asumir ilusiones y fracasos, triunfos y tropiezos; los desengaños (para los que hay que estar preparados) cuando se cierran tantos caminos.
Natural de Colmenar Viejo -de ahí su apodo, por el pueblo serrano de Madrid-, "Serranito" se fue de casa siendo un niño a las capeas y a las tapias de las dehesas en busca de la gloria, cargado su hatillo de maletilla de sacrificio y tesón.
Valentía y constancia serían los parámetros de su corta e intensa carrera, en la que tuvo el reconocimiento tanto de sus compañeros como de los públicos que le vieron torear.
A “Serranito” también le llegó la gloria de una Puerta Grande en Madrid, el 23 de mayo de 1968, cuando cortó tres orejas a una corrida de Pablo Romero.
Torero clásico, además del sello del valor que le acompañó siempre. Tuvo talento, pero fue el infortunio lo que marcó definitivamente su trayectoria.
Y pese a todo, en este libro de su vida sólo hay gratitud y lealtad al mundo del toro. Porque reconoce "Serranito" que fue feliz siendo torero, y que si en un tiempo tuvo mala suerte, ahora puede presumir de tener muy buenos amigos gracias al toro.
Gran ejemplo de gratitud y superación el de Serranito. De torero grande.
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