Por Juan Miguel Núñez Batlles
Este domingo en Aranjuez, "la Fiesta" fue total. Una corrida triunfal, a pesar de los matices a tener en cuenta siempre que se trata de una plaza "de segunda", como es la de Aranjuez. Matices que nacen en las exigencias reglamentarias, puesto que el toro debe ser más chico de lo que viene siendo habitual en cosos de primera, Madrid, por ejemplo; y también el ambiente es más amable en lo que a público se refiere, además de que la presidencia es fácil y condescendiente en la interpretación de las normas, sin ir más lejos, para conceder trofeos. Sin embargo, no quiero que estas consideraciones se tomen como un menosprecio a la Plaza de la Ciudad Ribereña, y mucho menos al espectáculo que se ofreció allí este domingo.
La jornada tenía un tinte especial. Todo el mundo lo sabía, contado en multitud de medios, hablados, escritos y televisivos, amén del consabido internet: el rey emérito Juan Carlos I se despedía de la vida oficial. Aunque a los toros va a seguir yendo, pues más que afición, es pasión lo que siente por lo taurino; circunstancia que heredó de su augusta madre, doña María de las Mercedes, gran aficionada también. A las plazas de toros acudirá el monarca a partir de ahora posiblemente más que nunca, porque va a tener más tiempo. Eso que quede claro.
Hay que señalar que esta corrida del domingo, a indicación de propio don Juan Carlos fue un homenaje a su querida madre, la Condesa de Barcelona.
El rey y el público que llenó la plaza -porque la plaza se llenó "hasta la bandera"- lo pasaron fenomenal. El clima, el meteorológico y "el otro" -el ambiental- fue excelente.. El monarca estuvo en el Palco Real acompañado de su hija Elena y otros familiares. Y su presencia, no habría que decir, prestó a la función carácter de acontecimiento. Los tres espadas le brindaron sus respectivos primeros toros, brindis acogidos por el tendido con alborozo, mucho entusiasmo, dado que profesionales y aficionados taurinos le tienen gran estima por sus constantes manifestaciones de apoyo a la Fiesta Brava, nuestra Fiesta Nacional.
Y vamos ya a la parte estrictamente taurina, pues nos llevaría mucho espacio seguir contando estos detalles en la tarde. La gran ovación al himno de España cuando asomó la figura del soberano en el Palco, los vítores, muchos de ellos individuales, y tan acertados como espontáneos, otros a coro: "viva España", "viva el Rey", "soy español, español.....", y muchos más en ese estilo. Como una borachera (en el buen sentido) de españolidad, o españolismo. Muy bonito y muy emotivo todo.
Ahora, sí, al toro. A la corrida en si.
Los astados de Jandilla, correctos de presencia, lo propio para Aranjuez, sin exageraciones por arriba ni por abajo. Una corrida armónica que dio además muy buen juego. Toros nobles y colaboradores. Al sexto se le premió con la vuelta en el arrastre.
Morante puso temple y suavidad en sus dos faenas. Estuvo más entregado en el cuarto, pero sin que le rebosara la inspiración. Y eso que contó con todos los favores, uno muy importante el de la Banda de Música, que para empujarle al "trance", le dedicó a la faena fondo musical nada menos que con El Concierto de Aranjuez. Lo gracioso es que la gente, por un momento se lo creyó, pensando que llegaría el éxtasis . Pero, no. Fue puro espejismo. La estocada resultó defectuosa y paseó una oreja. En el primero había sido ovacionado.
El Juli, hizo una primera faena fácil, basada en la técnica, y sin profundizar. Cortó una oreja. En el quinto interpretó un toreo de alardes, lo que ahora los modernos llaman faena enrazada. Y es verdad que tuvo el mérito de la entrega, pero dejó poco poso en lo que a arte se refiere. Pinchazo y estocada, y otra oreja.
Y José María Manzanares, estuvo elegante en su primero, no obstante, le faltó ajuste al trasteo. Así y todo, y también pese a una estocada caída, paseó dos orejas. En el último, el alicantino estuvo con más compromiso, más metido con el toro, sobresaliendo en el toreo por la derecha. Esta vez aquello tuvo usía., también en los remates, cambios de mano, trincheras y los de pecho. De nuevo la estocada no fue buena -un bajonazo con degüello-, pero.... cayeron otras dos orejas.
De modo que, todos contentos en Aranjuez. Toreros, ganadero y empresario, éste no sólo por los resultados en el ruedo, si no también por la gran entrada en la plaza. Y es que, cuando las cosas se programan bien, bien salen. Porque el cartel de Aranjuez, o algo parecido, con tres figuras, ni de lejos se ha programado en Madrid este San Isidro.
Así se fue la gente tan contenta de la plaza, que es en definitiva el horizonte de las corridas.
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