Gijón, 13 ago (EFE).- El rejoneador Diego Ventura salió un año más triunfador de la plaza de toros de Gijón gracias a las dos orejas que cortó hoy, una de cada toro de su lote, en el festejo de la especialidad que hizo la cuarta de abono de la Feria de Begoña.
FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros, reglamentariamente despuntados para rejones, de Pallarés, de serias y cuajadas hechuras, pero deslucidos por mansos y aplomados. El segundo, el menos malo.
Rui Fernandes, vestido "a la Federica" con casaca azul pavo: metisaca y pinchazo que descorda al animal (ovación); y rejón muy contrario (ovación).
Diego Ventura, con chaquetilla verde botella: rejón trasero (oreja); y pinchazo y rejón desprendido (oreja).
Leonardo Hernández, con chaquetilla verde hoja: pinchazo y rejón trasero y cinco descabellos (silencio); y pinchazo y rejón ligeramente trasero (oreja).
La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde de nubes y claros, y progresivamente fresca.
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EL QUE NUNCA FALLA
Las corridas de rejones dentro de una feria taurina suele ser sinónimo de triunfo. Pero si además, a este espectáculo ecuestre sin igual que representa esta modalidad taurina se le añade la presencia de tres rejoneadores de primer nivel, como los que hicieron hoy el paseíllo en Gijón, el triunfo en la taquilla es mucho más notorio.
A tenor del éxito del año pasado, cuando el empresario Carlos Zúñiga, hijo, recuperó la de rejones después de 26 años sin celebrarse, esta temporada El Bibio ha vuelto a acoger un espectáculo de toreo a caballo de primer nivel. Y no falló. Quedó demostrado con la gran entrada que registró la plaza (unas 7.000 personas)
No tardó Ventura en hacer carburar la tarde en su primero, segundo de corrida, toro muy en "buendía", y que, sin ser un dechado de bravura, tuvo nobleza y sirvió para lucirse con las cabalgaduras, especialmente con "Nazarí", con el que templó a la perfección al astado llevándolo cosido a milímetros de la grupa en unos galopes de costado de tremenda emoción.
Con "Lío" quebró también a las mil maravillas después de una primera pasada en falso; y con "Remate" llegó el estruendo final con cabriolas y tres cortas "al violín". Entró el rejón a la primera y, aunque tuvo que echar pie en tierra, no hizo falta descabellar. Dos ayudados por bajo y un cambio de mano con la muleta fueron suficientes para hacer doblar al animal. Oreja de ley.
Otro alboroto formó Ventura en el cuarto, toro más apagado que el anterior y con el que tuvo que poner toda la carne en asador, primero con "Fino", caballo muy valiente con el que expuso una barbaridad para clavar las "farpas". La plaza era un manicomio en ese momento, acrecentado otra vez con los magistrales galopes sobre "Nazarí" y un fin de obra de alto voltaje con "Remate".
Faltó mayor contundencia con el rejón de muerte, pero no fue óbice para que lograra la oreja que le hacía falta para la salida a hombros.
Leonardo, en cambio, anduvo con notables desigualdades en su primer toro, que se aplomó enseguida tras dos rejones de castigos. El joven jinete extremeño trató de calentar los tendidos con su personal puesta en escena, pero, sorprendentemente, no anduvo acertado a la hora de clavar sobre "Calimocho" y "Sol".
Pero un eléctrico fin de obra sobre "Xarope", con el que dejó tres cortas "al violín", con levantada previa y adorno del teléfono en la salida pusieron a los tendidos a su favor. Falló con los aceros definitivos y fue silenciado.
Con el sexto salió a por todas Leonardo, pero tampoco es que andara al nivel que se le esperaba. No obstante, hubo cosas muy buenas en su faena, sobre todo dos pares a dos manos de extraordinaria ejecución sobre "Despacio". Las cabriolas y las tres cortas con "Xarope" subieron el diapasón de una faena que le acabó granjeando un trofeo tras un pinchazo y rejón.
Abrió cartel Rui Fernandes, que no pasó de discreto con un primer toro que apenas se empleó. Faena monótona del portugués, que clavó siempre a la grupa y a toro pasado. Por si fuera poco, dio un "mitin" con el rejón final.
Y no mejoró demasiado la decoración con el cuarto, toro tan bonito por fuera como vacío por dentro, muy agarrado al piso y remiso a cualquier afrenta de Fernandes, que hizo el esfuerzo, aunque la gente no acabó de entrar nunca en la faena. Fue ovacionado al término de sendas lidias.
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