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PEDRITO DE PORTUGAL |
La tercera corrida de la feria del Sol fue un festejo largo, con el aditamento de un bello prólogo lleno de bailes y expresiones culturales de nuestro país así como al acompañar las faenas.
La excelsa clase de Pedrito de Portugal
Pedrito de Portugal
En lo taurino, lo mejor del festejo llevó la firma de Pedrito de Portugal, un diestro de finas maneras y excelsa clase (para el que supo verlo) que cortó una oreja y dejó destellos de un toreo de alta escuela.
Ante el noblote y flojo primero de lidia ordinaria, Pedrito de Portugal demostró que torear es hacerlo a compás, despacio y con suavidad. El toro embestía casi al paso, y lento toreó el espada luso, que ligó varias series de espléndidos muletazos con ambas manos. Pases largos, con gusto, armonía y estética a pesar de la sosería del astado.
Pedrito que había abierto su faena con dos espectaculares péndulos, se recreó en una sutil labor, llena de clase y torería, a la que por cierto acompañó un ritmo musical bonito pero muy suave que quizás enfrió al público.
Varios muletazos de Pedrito fueron de cartel de toros, por lo que tras pinchazo y estocada paseó una oreja. Recibió al segundo de su lote con dos largas cambiadas de rodillas, para lancearlo con gusto y armonía.
El astado, bronco y soltando la cara, no le puso las cosas fáciles al lusitano, que toreó entregado, arrancó muletazos de mérito y bella factura, pero sin poder redondear, para fallar con la espada. Regaló el sobrero, toro terciado y complicado. Muy bien lo lanceó a la verónica para entregarse en una larga faena con altibajos, en la que hubo momentos de toreo caro, en varios derechazos y remates que le salieron que ni pintados. Alargó el trasteo buscando el indulto y tras una entera defectuosa que tardó en hacer efecto, dio una vuelta al ruedo.
Fabio Castañeda
Valiente, entregado y muy atropellado se mostró Fabio Castañeda en lo que viene siendo la tónica habitual en este torero. Se lució en un buen quite por lopecinas a su primero, al que banderilleó con ganas, en tres pares de buena ejecución.
Castañeda toreó a destajo, sin reposo, pegando a veces tirones que en nada ayudaron al toro, encastado, que pedía poder y mano baja, lo que en contadas ocasiones le dio el tachirense. La labor la joven espada, animosa y poco asentada, fue a menos y tras matar en los bajos, el público guardó silencio.
Cortaría la oreja de su segundo, otro toro manejable, al que toreó con valor y poco reposo. Mucha rapidez, barullo y atropellamiento, en una faena llena de deseos, con algunos muletazos lentos y buenos con la mano derecha, pero fueron los menos. Achuchado en más de una ocasión, su entrega le llegó a un público generoso, que pidió una oreja concedida con reticencias por el palco, que negó un segundo apéndice pedido más por alborozo de los espectadores que otra cosa.
Julián de Castilla
Enterado y con oficio, se mostró el novel colombiano Juan de Castilla, que se llevó un lote complicado. Entendió bien a su primero, en varias tandas en las que se toreó largo y por abajo a un burel áspero y bronco. El neogranadino esbozó pases sueltos largos, lentos y buenos, sin que su faena pudiera trascender, pero se intuye buen futuro a este espada, que pasó el quinario con su segundo, un “regalito”, bronco y con genio, que sembró el desconcierto y que puso en apuros al joven torero, que lo intentó con sinceridad, valor y entrega. No pudo hacer más, pero es que era empresa casi imposible, ni para Gallito resucitado.
Francisco Javier Rodríguez
Abrió plaza el rejoneador Francisco Javier Rodríguez en animosa labor ante un toro de Los Aránguez, encastado, al que castigó de más el caballero, que clavó tres rejones de castigo y varias banderillas, largas y cortas, en suertes ligadas y compuestas. En el rejoneo sería bueno limitar el número de hierros que pueden clavarse, lo cual no resta mérito alguno a la buena labor de Rodríguez que volvió a puntuar al cortar una oreja.
Plaza de toros de Mérida / Domingo 26 de febrero.
Más de media entrada en tarde nublada y con leve llovizna.
Toros de Rancho Grande ( 3°, 5°,7° y 8°) El Prado (2°, 4° y 6°) y uno de Los Aranguez (1° rej). Terciados y de juego desigual. Noblote y flojo el segundo, encastado el tercero, complicado el cuarto, deslucido el quinto, bravo y con movilidad el sexto, áspero, bronco y correoso el séptimo, noble y con movilidad el octavo. El de rejones, encastado.
Pesos: 430 (rej), 430, 435, 440, 435, 430, 440 y 430 kilos.
Rejoneador Francisco Javier Rodríguez: Oreja.
Pedrito de Portugal, de grana y oro: Oreja, palmas y vuelta tras aviso.
Fabio Castañeda, de negro y oro: Silencio tras aviso y oreja.
Juan de Castilla, de blanco y oro: Silencio y silencio tras aviso.
En las cuadrillas destacaron el picador Luis Quintana y en banderillas Salvador Moreno, Carlos Pizutto yRamón Contreras.