D.R. PACO UREÑA |
Por Juan Miguel Núñez Batlles
Fuerza a Paco Ureña.
Ésa es la máxima que vivimos estos días en el ambiente del toreo. Fuerza para él, y fe y esperanza a quienes compartimos tan duros momentos.
Porque no vale el pesimismo, sobre todo cuando está fundamentado en informaciones intrigrantes y confusas.
Hay que dejar que actuén los médicos. Los buenos médicos, sabios y prudentes. Y a partir de ahí, sin duda, Dios hará el milagro.
Tenemos que esperar. Saber esperar es fundamental. Los partes facultativos emitidos hasta ahora lo dicen muy claro: muy reservado. Y mientras esa espera, el pensamiento en positivo. Pues ser realista no significa vivir el pesimismo por adelantado, más aún teniendo en cuenta que lo difícil no tiene porque ser imposible.
¡Fuerza, Ureña…! Que te estamos sintiendo más cerca que nunca. Y un torerazo como tú, tiene reservada siempre la cumbre. No lo hemos dudado nunca, y menos ahora.
Y porque tu ejemplo de hombría y vergüenza torera nos ha vuelto a conmover con ese gesto de permanecer en el ruedo hasta el final de la faena -incluida la suerte suprema-, apostamos porque la ciencia va a estar también a esa altura.
La ciencia y, ya digo, Dios. ¡Fuerza, Ureña…. fuerza...!
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