Por Juan Miguel Núñez Batlles
Noticia muy triste. Un personaje que tiene mucho que ver con la grandeza del toreo, Agustín Martínez
Bueno, nos ha dicho adiós para siempre.
De origen familiar humilde, había nacido en un pueblo zamorano de apenas unos doscientos habitantes
, Villalba de la Lampreana, desde donde emigró a Bilbao cuando tenía quince años, en busca de
horizontes mejores de los que en aquel tiempo le ofrecía una depauperada agricultura; y por su talento
y rectitud encontraría pronto brillantes destinos en la capital vizcaína, primero como hombre de la
comunicación en el diario "El Correo Español" y posteriormente en la industria hotelera al frente del hotel
Ercilla, establecimiento que desde su inauguración hace casi cincuenta años viene siendo santo y seña en
las Corridas Generales de la Aste Nagusia {Semana Grande) bilbaína, puesto que es "el Ercilla" desde
entonces parada y fonda obligada prácticamente de toda la nómina de toreros, subalternos, ganaderos y
demás actores de los festejos taurinos que se celebran en el coso de Vista Alegre. Un ambiente creado por
Agustín, que atraía a aficionados del mismo Bilbao y toda España, incluso de países en los que tiene notable
arraigo esta tradición. Tal ha sido el magnífico escaparate que ha prestado este Hotel a la promoción de
"la Fiesta", que a su principal impulsor le hemos conocido siempre con el cariñoso apelativo de "Agustín, el
del Ercilla". Un grande en el mundillo taurino, curiosamente sin haberse vestido nunca de luces. Pero es que
Agustín atesoró esa cualidad de grandeza en base a los méritos de su espléndidez, generosidad y nobleza
en el trato humano con todos, absolutamente con todos los que desenpeñamos alguna función en el
entramado
de la corrida, desde el más humilde ayuda de mozo de espadas, o chófer o simple "costalero", a la
figura de más relumbrón y con nombre más grande en los carteles. De modo que en su papel de mecenas
por lo taurino y por los taurinos, el bueno de Agustín -qué adecuado, por ajustado a su personalidad, su
segundo apellido, para recalcar su inabarcable dulzura en el roce personal, su tremenda y exquisita
humanidad- nunca hizo
distinciones entre fuertes y débiles. Pues fue amigo de todos sin ningún tipo de condicionantes; o más aún
, se volcó si acaso todavía más con el frágil, sabedor de que estaría más necesitado de su generosa
mano y su alentadora palabra.
Con unos y otros, cualquiera que fuera su nivel o categorìa social, tuvo una especial consideración.
En los cotizados salones del Ercilla, con la sabia y prudente habilidad de Agustín, se dieron la mano artistas
consagrados con prometedores principiantes, la forma más elegante de ayudar al que empieza. Lo pueden
contar pintores, escultores, fotógrafos..., beneficiados por esa inquietud constante en el estilo y carácter de
Agustín de favorecer y apoyar al que lo necesita y lo merece.
Todo esto en lo que se refiere a las gentes del toro. Y hay más, mucho más, dado que sus altruistas atenciones
se proyectaron asimismo a actores y actrices de teatro, circos y musicales que acuden igualmente al Bocho por
sus fiestas. Los Premios Ercilla de Toros y de Teatro, los creó él, y están ahí por lo que valen.
Incluso tendría que resaltar el apoyo de Agustín Martínez Bueno a todo lo que resplandece en Bilbao a lo largo
del año. No hay evento en la capital vizcaína que no tenga relación con el Hotel cuya imagen él potenció tanto.
Encuentros y foros de muy alto nivel tienen su escenario inexcusable en "el Ercilla" por mor de nuestro Agustín.
Gran hombre, gran Agustín Martínez Bueno,
entusiasta y tenaz protector del progreso social, el arte y la cultura en todas sus vertientes, y muy particularmente
toreo.
Que Dios le tenga en su Gloria.