Queda en evidencia la perversa y malintencionada discriminación del gobierno social comunista para acabar con la Fiesta de los Toros
Los aficionados a los toros no son ciudadanos diferentes a los que acuden a un restaurante, un teatro, al cine o al futbol
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Artículo de opinión de William Cárdenas
El gobierno Pedro Sánchez y Pablo Iglesias SA. ha quedado retratado en su afán de acabar con la Tauromaquia. La decisión de autorizar la celebración de espectáculos en plazas y recintos taurinos en la tercera fase de desescalamiento del estado de alarma, condicionando a que los asistentes a las plazas mantengan una separación de 9 metros cuadrados entre uno y otro, es la evidencia de la más perversa y malintencionada discriminación del gobierno social comunista para acabar con la Fiesta de los Toros.
Sólo al sector taurino se le establece una condición como esta, propia de otros siglos en los que gravísimas enfermedades como la peste negra o la lepra, felizmente superadas, obligaban que a quienes las padecían se les marginara socialmente, alejándolos del contacto y sometiéndolos a condiciones especialísimas de confinamiento.
Esta malintencionada y absurda medida, cocinada en la sede de la Vicepresidencia Segunda del Gobierno de Pablo Iglesias, que no tiene ningún fundamento que permita concluir que un aficionado a los toros es un ser diferente al ciudadano que va al cine, a los bares, al fútbol, o a los restaurantes, está condenando al espectáculo a unas restricciones inasumibles, que persiguen su extinción.
Si Iglesias hubiera tenido la más mínima sensatez, claro eso es pedir demasiado a quien actúa con alevosía, se habría asesorado confuncionarios del Ministerio de Cultura, donde algún funcionario competente, que los hay y muchos, le habría aleccionado acerca de que la Tauromaquia es de todas las expresiones culturales, la que tiene una más compleja estructura, porque entre otras cosas, a diferencia del teatro, , la música, el cine, etc. utiliza como materia prima unos animales vivos, que han sido creados por la naturaleza, pero cuya expresión actual es producto del esfuerzo científico en la genética de generaciones de ganaderos españoles, hasta ver el Toro de Lidia actual.
Este pequeño detalle, significa que para montar un espectáculo de estas características, no basta con tener un local, un teatro o un estadio y los actores, músicos o deportistas dispuestos a recrear actividades para el ocio y entretenimiento de una sociedad. Para dar una corrida de toros hay que tener toros, animales que si no se utilizan, continúan comiendo todos los días del año entre 7 y 9 kilos de pienso, granos y forraje, a los que además de alimentar, hay que cuidar con el mayor esmero sanitario. Así que cada día que pasa y retrasa la vuelta de la normalidad al mundo del toro, son millones de euros los que se están perdiendo en el segundo espectáculo de masas que más dinero aporta a las arcas del estado por razones impositivas, esto sin mencionar lo que significa como dinamizador de las economías locales de miles de pueblos y ciudades, por la activación de otros sectores como la restauración, la hostelería y el turismo.
No son sólo futbolistas, artistas, músicos, y los empresarios y trabajadores de estos sectores, los que están esperando en sus casas a que se reanuden sus actividades, que también los hay entre los toreros, banderilleros, picadores, ganaderos, etc. No, en nuestro caso, son además miles de toros bravos que pastan en las dehesas esperando para cumplir con ese rito milenario, que forma parte de las entrañas de nuestra cultura y en consecuencia de nuestra identidad nacional, añadiendo un costo inestimable, que no se puede sacudir olímpicamente con la medida de los 9 metros cuadrados.
En esta Piel de Toro de nuestra geografía no hay muchas plazas de toros con aforos de plazas monumentales, pero si puede valer de ejemplo a nuestros ilustres gobernantes, la Plaza de Las Ventas de Madrid, una de las de mayor aforo, que acoge a23.000 espectadores, sólo podría recibir 2.000 personas en un espectáculo taurino, atendiendo a esa perversa medida de los 9 metros cuadrados. Lo acaban de determinar los actuales empresarios, que midieron su superficie. En un tendido bajo de la plaza sólo podrían sentarse 6 espectadores. Imaginemos lo que ocurriría en otras plazas en toda España, en su gran mayoría con un aforo muy inferior a las 10.000 personas. Esto hace inviable la Tauromaquia que es lo que ellos desean.
¿Qué es lo que pretenden? Reducirnos a una minoría como quieren sus aliados animalistas y antitaurinos, y posteriormente aprobar leyes de bienestar animal que eliminen la muerte, la suerte de varas y las banderillas para vaciar de contenido a la Tauromaquia y acabar con ella a rebufo de la pandemia. Si esa es la intención Srs. Sánchez e Iglesias, les anunciamos que los sentaremos en el banquillo de las más altas estancias judiciales, por prevaricar contra las leyes españolas. que protegen la tauromaquia..
Ante este ataque insolente y traicionero, a través del cual los enemigos de la Fiesta aprovechan la actual situación para facilitar su objetivo final de acabar con esta expresión de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial, no cabe otra conducta que rebelarse, activando además todos los recursos legales para tratar de impedirlo. No será la primera vez que los derrotemos en los juzgados.
Cuando los ministros de Sir Winston Churchil, le presentaron un proyecto para extraer recursos de los sectores culturales a fin de financiar parte de los gastos en la Segunda Guerra Mundial,éste les espetó:¿Qué quieren, que acabemos con la Cultura? Y entonces, para qué luchamos!! Y esto ocurrió cuando Inglaterra también enfrentaba el reto de la peor tragedia que ha vivido la humanidad, con millones de muertos, heridos, pueblos desposeídos, países arruinados y destruidos. Claro, hablar en estos momentos de un estadista como Churchil puede dejar a algunos en mal sitio.
Simplemente comentar que Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, el genio del Toreo, conociendo el gesto habitual que Winston Churchil popularizó colocando sus dos dedos en forma de “V” con la intención de transmitir confianza en la victoria inglesa, acabada la guerra le regaló la cabeza de un toro lucero de la ganadería de José María Escobar, de nombre “Perdigón”, lidiado por él en Valencia en 1945, que tenía en su testuz la “V” de la victoria. Churchil agradeció a Manolete el detalle y, en 1947 después de la trágica muerte del “Monstruo de Córdoba”, envió un telegrama de condolencias a Dª Angustias en el que hizo referencia al obsequio.
En el recuerdo de Churchil y Manolete tenemos que inspirarnos para defendernos de los aventureros, animalistas y antitaurinos, como estos que pretenden acabar con nuestro Patrimonio Cultural. Hagamos nuestro el espíritu de resistencia que encarna esa “V” de la victoria.
William Cárdenas Rubio-Vargas
Presidente de la AIT
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