viernes, 14 de febrero de 2020

ESCRIBIR ES TOREAR. JORGE F. HERNÁNDEZ EN LA TERTULIA DE JORDÁN


Un escritor que intenta que cada frase suya sea equiparable a un lance de capote. Un aficionado que vive las faenas de una corrida como poesías que van tomando forma a cada pase de muleta. Un novillero que probó suerte en más de una docena de novilladas y prefirió perseguir su destino en las letras. Todo eso y más es Jorge F. Hernández, agregado cultural de México en España y director del Instituto de México en Madrid. Columnista del diario EL PAÍS, ha publicado cuatro novelas y varias recopilaciones de cuentos, ensayos y crónicas.
Jorge F. Hernández en la Tertulia de Jordán, 
que se celebra en Casa Salvador

Su amena conversación salta en lo literario y en lo taurino entre España y México. Nueva España como recuerda, valorando el positivo mestizaje colonial del que procede su país. Mestizaje biológico, cultural, político y hasta anímico, espejo transatlántico de ida y vuelta, que atañe tanto a México como a España, llega a decir en sus ensayos publicados con el título de Réquiem taurino.
Jorge F. Hernández 
hace gala de un cálido sentido del humor

Aunque mantiene un cierto pesimismo sobre el futuro de las corridas de toros, lo reviste de un ropaje de optimista bien informado, que por lo demás impregna toda su charla. Su hablar es suave, cálido, provisto de embeleso, los mismos adjetivos que utiliza para definir la embestida del toro mexicano y sus pesimistas previsiones del futuro cercano de la plaza México no destilan amargura o rabia, sino claro análisis. Ve un lento empeoramiento en la asistencia del público a la México, pero entrevé que la inacción para revertir la situación quizá esté propiciada por intereses inmobiliarios, como ya ha pasado con el cercano estadio de fútbol Azul que se encamina hacia un centro residencial y de ocio.
La nota de optimismo la pone en la posible aparición de un torero que a modo de José Tomás en México, César Rincón en Colombia o Roca Rey en Perú, puedan dar un tirón de la fiesta y del torero como héroe.
La Emperatriz de Lavapiés fue finalista del
Premio de Novela Alfaguara en 1998

Disfruta con la naturalidad en el toreo y cree que el toro mexicano la propicia, ese toro que dice que hay que picar para que saque la calidad. Nos recuerda que en México no existen las novilladas sin picadores y aunque a los toros mexicanos no se les pique mucho, es la vara la que posibilita la entrega del novillo y del toro.

Firmando un recuerdo para la Tertulia de Jordán

Conoce a los toreros de las grandes dinastías mexicanas como los Silveti y los Armillitas (Espinosa de apellido) y habla de la necesidad de que México tenga un renacer con toreros de la categoría de Gaona, Garza, Silverio, Freg, Martínez y tantos otros.
Entre el ensayo y el cuento en prosa poética,
habla de su visión de la vida y la tauromaquia

Amante de la naturalidad y la elegancia, en la plaza como en su prosa, recuerda en la conversación a Pablo Aguado y sus actuaciones en Sevilla y Madrid y menciona a un torero de allá, José Mauricio, quien le ha generado similar esperanza, en otro ejemplo del intercambio de ida y vuelta que le gusta.

Fotos de Andrew Moore

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