viernes, 1 de noviembre de 2019

HÉCTOR ÁLVAREZ: 50° ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO


(Por: Rafael Dupouy Gómez)


El matador de toros venezolano Héctor Álvarez, en compañía de su suegro el maestro Rafael Vega de los Reyes "Gitanillo de Triana", ambos fallecidos trágicamente en un accidente de tránsito en la carretera Madrid-Valencia, el 24 de mayo de 1969. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez). 

Con motivo de haberse cumplido este año 2019, el 50° Aniversario de la muerte del venezolano Héctor Álvarez, destacado torero que apuntó mucho en el mundo del toro pero que perdió la vida en un lamentable accidente de tránsito en compañía de su suegro Rafael Vega de los Reyes "Gitanillo de Triana" en la carretera Madrid-Valencia, el 24 de mayo de 1969, deseo compartir con los amables lectores la crónica de su entierro, escrita por Carlos Eduardo Misle "Caremis" que conservó mi abuelo Florencio Gómez Núñez, quien había asistido a su funeral en Caracas, Venezuela.

Héctor Dona Álvarez, nació en Caracas (Venezuela), el 23 de febrero de 1943 y tomó la alternativa en España como matador de toros, el 1 de octubre de 1967, en Palma de Mallorca (Islas Baleares), siendo su padrino Andrés Hernando, actuando como testigo Víctor Manuel Martín. El toro de su alternativa se llamó "Cardilisto", marcado con el N° 26 con 454 kilos, perteneciente a la ganadería de Atanasio Fernández.

El diestro venezolano con su fino toreo, despertó gran interés por parte de los aficionados que le auguraron un prometedor futuro en el mundo del toro que se vio truncado por su inesperada muerte a los 26 años de edad.

A continuación el artículo publicado en el Diario "El Nacional", de Caracas, Venezuela, el 30 de mayo de 1969:

Al salir el cortejo de la funeraria cargan el ataúd español del torero venezolano Héctor Álvarez, sus hermanos Julio y Mito, y el banderillero "Pedrucho de Caracas". Bajo el crucifijo los restos mortales y la resignación. Alrededor la adolorida y numerosa concurrencia al sepelio de Héctor Álvarez, que en paz descanse. Foto: Sardá. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Héctor Álvarez fue llevado a las Arenas Taurinas antes de ser sepultado en su tierra caraqueña. El entierro fue una gran manifestación de duelo. Sus familiares agradecen todos los homenajes pero no consideran necesario un festival benéfico.

Bajo palmas quedó sepultado ayer tarde Héctor Álvarez. La tumba del torero fatalizado en el accidente automovilístico del sábado en España, quedó exactamente bajo la sombra de unas hermosas palmas reales que se proyectan en el panteón familiar.

UNA GRAN MANIFESTACIÓN DE DUELO

Taurinos de todas partes asistieron al entierro, como los que forman el grupo de la segunda foto: el mozo de espadas Vázquez, Santiago Duarte Bueno, Director de "Toros y Deportes", el crítico Carlos Rodríguez Regalado (Carlos España), el veterano aficionado y factótum de la fiesta en los años treinta, Florencio Gómez Núñez y el redactor taurino Guzmán Ramírez, de "La Verdad". Foto: Sardá. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez). 

Familiares –una familia tan extensa como apreciada- amigos de todas las profesiones, clases y posiciones desde el Presidente del Congreso Nacional hasta humildes areneros de plazas de toros, admiradores de todo el país, se dieron cita en la Funeraria Los Caobos para el entierro del torero que murió tan joven y víctima del mayor infortunio.

EL HOMENAJE SINGULAR

El cortejo salió de la empresa de pompas fúnebres, exactamente a las cuatro de la tarde en medio del mayor dolor de la madre doña Josefina Álvarez de Dona, que despedía al hijo muerto. Rumbo al cementerio presidieron el duelo el padre, don Justo Dona, y los hijos José, Mito y Julio Dona Álvarez. Al pasar el cortejo por el Nuevo Circo, un gentío esperaba el ataúd para atravesar las instalaciones y el ruedo de la plaza con la urna en hombros en singular y postrer muy sentido homenaje a un torero venezolano de quien se esperaba tanto y de quien se recordaban buenas faenas en esas arenas tanto de novillero como en su presentación como matador de toros.

DE LA ARENA A LA TIERRA

El cortejo llegó al Nuevo Circo a las 4:20 p.m. y estaba de nuevo en la calle a las 4:40 p.m. En el ruedo lleno de dolorosas emociones, nostalgias, intensos y tristes recuerdos estuvo diez minutos desde la puerta de cuadrillas hasta la que se encuentra bajo el palco presidencial. Esa puerta que se abre en las tardes de gloria para dar paso a los triunfadores hacia la puerta grande y las calles delirantes por las tardes majestuosas de la fiesta brava. Esa puerta se abrió ayer bajo los goznes del dolor, del homenaje póstumo, para que Héctor Álvarez pasara en una urna española, sin el rutilante traje de luces de la gran fiesta de España. Así, de nuevo, salió a la calle, bajo el dorado sol de su Caracas natal que ha llorado su muerte.

LARGA RUTA EN HOMBROS

En otro grupo lamentan la tragedia, el banderillero y ex matador Rafael Cavalieri Rosales, Musiú López, el Dr. Luis Troconis Rodríguez y el banderillero y ex matador Sergio Flores. Foto: Sardá. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez). 

Volvió el ataúd al coche fúnebre en la antigua esquina de San Martín y siguió el recorrido hacia la Necrópolis General del Sur, donde nuevamente fue conducido en hombros de familiares y amigos hasta la bóveda abierta bajo las palmas reales. Por cierto que un largo, doloroso camino de muchas escalas, ha tenido el cuerpo sin vida de Héctor Álvarez. Primero fue desde el tramo fatal de la carretera al cementerio de Saelices, donde aguardó junto al cadáver de Gitanillo el traslado al domicilio de éste, en la calle O´Donnell de Madrid. Desde allí salió en hombros Gitanillo hacia su sepultura y Héctor hacia la calle de Las Acacias madrileña para ser embalsamado. De esta calle que considerablemente lleva el mismo nombre de la que fue dirección de su apartamento caraqueño –Avenida de Las Acacias- fue conducido Héctor- ¡en otra triste salida en hombros! Al aeropuerto de Barajas para el último y negro vuelo. De una Maiquetía conmovida lo trajeron a una Caracas donde se preparaba el velorio. De la funeraria al Nuevo Circo para la última salida en hombros hacia el sur definitivo de la Tierra de Jugo de una Caracas que lo vio nacer y partir tan ilusionado hace poco a una fatal embestida del destino.

Él había dicho: "Nada ni nadie podrá apartarme de lo que me tengo trazado: No tengo miedo a nadie, voy dispuesto a todo. ¡Ya lo verán! Sólo espero que no me mate un toro, pero estoy dispuesto a lo que sea ante el toro, con tal de regresar hecho el amo en todo sentido…"

¡QUE DESCANSE EN PAZ!

En la foto final, Sardá captó al Concejal del Distrito Sucre, Carlos Eduardo de La Madriz, a nuestro redactor Carlos Eduardo Misle (Caremis), al notable aficionado Martínez de la antigua Peña del "Windsor", Alfonso Álvarez Gallardo -primo de Héctor Álvarez- y el famoso catire Carlos Maal, del "Royal Criollos". Personalidades de todas las esferas asistieron al entierro, que fue una manifestación de duelo popular en la funeraria, el Nuevo Circo y el Cementerio General del Sur. Fotos Sardá. (Archivo: Hnos. Dupouy Gómez).

Todo había terminado a las 5:45 p.m. cuando fue cerrada la bóveda en medio de oraciones, plegarias, muy sentida oración fúnebre de don Antonio Aragón, recuerdos, alusiones y lágrimas.

Después del entierro de Héctor Dona Álvarez (1943-1969), su hermano José comentaba que en cuanto a un festival en beneficio a la viuda, anunciado desde España por Curro Girón y Luis Miguel Dominguín, toda la enlutada familia lo considera en la buena intención que pueda tener y así lo sabrá agradecer pero no cree que sea oportuno ni necesario.

En medio de los abrazos de condolencia y bajo una pirámide de flores, las palmas reales –eternos adornos de la vegetación caraqueña- daban dulce sombra a la tumba del torero. Un joven torero que en póstumo homenaje pasó por las arenas taurinas caraqueñas y definitivamente descansaba en su tierra.

Carlos Eduardo Misle "CAREMIS".

(Publicado en el Diario "El Nacional", de Caracas, Venezuela, el 30 de mayo de 1969).

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