José Ramón Márquez
Vientos de revisión sacuden a los aficionados más leídos, y andan por aquí y por allá descubriendo relaciones imposibles entre los toreros de ayer y los de hoy, como si tal cosa fuese posible. Gracias a estas boutades sostenidas con enorme aparato crítico nos vamos enterando de que Julián López El July es el sucesor de Gallito, Manzanares lo es de Rafael Molina Lagartijo o Morante de la Puebla de Curro Puya, por decir tres al albur. Como ni Curro Puya ni Gallito ni Lagartijo pueden defenderse, ahí les van echando encima el baldón de compararles con estos mequetrefes contemporáneos, muchos de los cuales no han visto un toro de verdad en su repajolera vida.
Imbuidos aquí también de afán didáctico y ansiosos por sumarnos a las más modernas corrientes de la afición, traemos a colación el texto de un revistero anónimo y contemporáneo del torero, citado por Dulzuras, en el que se demuestra que el verdadero padre de la actual suerte de matar es Roque Miranda Rigores(1799-1843):
“Roque Miranda inventó una suerte de matar, que consiste en situarse lo más lejos posible del toro, llamando su atención por medio de contorsiones y movimientos violentos del cuerpo. Parta o no el toro, se corre a él precipitadamente esgrimiendo la espada y ondulando la muleta; al llegar al centro, se presentará la espada por si el animal hace la tontería de clavársela, en cuyo caso se sigue corriendo hasta la barrera”.
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