Para reunir a los vecinos y tratar los asuntos del consejo, tanto Alalpardo como en Valdeolmos no habia otro medio más eficaz que tocar "a concejo". La reunión del concejo a son de campana era obligatoria para todos los que estuvieran en el término municipal, teniendo que pagar una multa los que incumplieran esta norma. Otro toque solidario era el "toque a nublo" cuyo primer fin era avisar a la pobleción de la llegada de maléficas nubles y en segundo lugar intentar, a base de estridentes repiquetes de campanas, que las nubles descargaran en el pueblo, siendo también común que a la vez que se tañian las campanas se cantara esta canción: Detente, nube y nublado; que Dios puede más que el diablo; detente nube detente; que Dios puede más que tú". con el "toque a fuego" Alalpardo y Valdeolmos volvían a cerrar filas participando todos en la extinción, porque en épocas en que las propiedades no era costumbre asegurarlas un incendio podia arruinar a toda la población. El campanatio, desde su atalaya, observaba la evolución del fuego; si se avivaba, aceleraba la frecuencia del toque, si la intensidad se reducia, aminoraba la frecuencia, y solo cesaba de tocar cuando el fuego estaba totalmente apagado. Pero, sin duda, uno de los toques más importantes y que más calaron en el pueblo fue el "toque de difuntos". Cuando fallecia alguno de los componentes de la comunidad las campanas lanzaban el aviso a los cuatro vientos y todo el que sentia este sonido paraba en sus obligaciones para rezar una sentida oración. Si el que fallecia era un niño entonces las campanas no tañían "a difunto" sino "a gloria", no siendo su música lúgubre sino festiva porque el infante iba directamente al paraíso.
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