Manuel Rodríguez "Manolete"
Pintores taurinos: Jesús Helguera
Del artista que ocupa este "post" (Jesús Helguera, 1910-1971), puede decirse que no fue un pintor exclusivamente taurino. Ahora bien, este mexicano fue muy conocido en su país por el gran atractivo que ejerció su obra en el gusto popular. Los críticos, en cambio, tildaron su trabajo de sentimental y comercial.
Hijo de español y mexicana, su infancia y juventud las pasó en Ciudad Real donde cursó estudios elementales y en Madrid, donde ingresó en la Escuela de Artes y Oficios y más tarde en la Academia de San Fernando. Trabajó como ilustrador hasta que consiguió una plaza de maestro en Bilbao regresando a México en 1938.
Casi desde entonces y hasta su muerte Helguera trabajó como artista exclusivo de Cigarrera La Moderna, empresa que realizaba los famosos calendarios anuales popularísimos en el México de los cuarenta y los cincuenta. Metódicamente cada año recibía un guión de la empresa en el que se le especificaba el tema, el lugar, los personajes y los elementos componentes del cuadro. Una vez que se discutía y se aprobaba, Helguera lo interpretaba y le imponía su propio sello. Viajaba a los lugares indicados por el guión con su equipo de trabajo, se realizaban las fotografías necesarias (arquitectura, flora y fauna propias del sitio) y una vez en su taller trazaba a lápiz los bocetos que darían lugar al original. De hecho no hubo ferretería, fonda, consultorio médico, taller, cantina, hogar o despacho que no tuviese alguna pared ornamentada con uno de estos calendarios.
Helguera fue en definitiva un artista poseedor de una gran cultura visual que plasmó en cada uno de sus lienzos. Modesto siempre en su manera de ser, jamás se sintió artista ni pretendió exhibir sus originales. De ahí que fuera un pintor de cabecera del pueblo que vivió siempre un doble reconocimiento: la admiración de la mayoría y la referencia irónica de la minoría.
Llanto a la muerte de Espartero según Helguera.
“La muerte de Manolete” (óleo sobre lino, 1958) es un homenaje poco común al Califa cordobés muerto por cornada en 1947. Un cuadro verdaderamente simbólico en el que se muestra al torero yaciente, cubierto por un capote, bajo la imponente presencia de un astado victorioso con la plaza al fondo. La muerte se encuentra representada en los cipreses y las nubes con forma cortante, como navajas, y se adivina el alma del diestro en ese lucero en el cielo. Junto a la cabecera del ataúd reposan dos sombreros, uno cordobés y el otro mexicano.
(Mi sincero agradecimiento al pintor mexicano Juan Antonio Ruiz por su ayuda para la elaboración de esta entrada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario